Mientras sigue aumentando el balance de víctimas por el terremoto que golpeó Haití el pasado sábado y se cuentan casi 1.300 muertos y 5.700 heridos, las instituciones caritativas de la Iglesia se han desplegado en las zonas más afectadas para llevar ayuda humanitaria a la población afectada. Es lo que ha hecho la Caritas local, cuyos trabajadores y voluntarios están ya trabajando en los departamentos de Grande-Anse, Sud y Nippes.
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“Toda la red de Caritas Haití, especialmente el equipo de emergencia, está participando en las operaciones de coordinación y de ayuda en los tres departamentos golpeados”, informó el sacerdote Jean-Hervé François, director de esta organización eclesiástica católica en el país caribeño. “Llegar a las zonas golpeadas es difícil. El área de Martissant, que es un acceso obligatorio para llegar al sur del país, está cerrada por motivos de seguridad”, relató en una nota François, señalando la “necesidad absoluta” que tienen las personas afectadas de recibir agua, comida, productos de higiene personal y tiendas de campaña.
El cardenal Langlois, herido
El terremoto ha afectado a un número indeterminado de iglesias y edificios eclesiales, entre ellos la residencia del cardenal Chibly Langlois, obispo de la diócesis de Les Cayes y presidente del episcopado local. El purpurado resultó herido, aunque está fuera de peligro, pero hubo un sacerdote y dos empleados que fallecieron debido al derrumbe del edificio.
Caritas Internationalis ha abierto en su página web una sección para recibir donaciones que serán destinadas a los damnificados por el terremoto. “Una muestra de solidaridad global es hoy más necesaria que nunca para llevar la ayuda necesaria a las víctimas de esta crisis”, señaló Aloysius John, secretario general de Caritas Internationalis.
El Papa pide “solidaridad de todos”
Tras la oración del Ángelus del pasado domingo, el papa Francisco hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que fuera “solidaria” con la población de Haití, que al desastre del terremoto suma la grave crisis política y social en que se encuentra tras el asesinato el mes pasado del presidente Jovenel Moïse. El país caribeño, de 11 millones de habitantes, no se había recuperado además del devastador terremoto que en 2010 dejó más de 220.000 muertos.
En su alocución, el Pontífice expresó su cercanía “a las queridas poblaciones afectadas duramente” por el seísmo, aseguró oraciones por las víctimas y dio ánimo a los supervivientes. A continuación deseó que “se mueva el interés participativo de la comunidad internacional y que la solidaridad de todos pueda aliviar las consecuencias de la tragedia”.
