El Pontífice invita a todos los fieles a intensificar la oración y el ayuno pidiendo misericordia y perdón ante lo que está ocurriendo con la llegada de los talibanes
El papa Francisco ha presidido, como es habitual, la oración mariana del ángelus desde la ventana de la última planta del Palacio Apostólico este domingo. Ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, hizo un fuerte llamamiento ante la comunidad internacional por la situación que está viviendo Afganistán. El pontífice ha llamado su atención sobre la situación que viven las mujeres y los niños en el país asiático, por lo que ha pedido diálogo y solidaridad a todas las partes implicadas en el conflicto para llevar paz y esperanza a esta nación.
“No podemos permanecer indiferentes” ante lo que está sucediendo en Afganistán, ha reclamado, haciendo un “serio” llamamiento a todos los cristianos para “hacernos partícipes de estos sufrimientos”, para lo que recomendó los medios de la oración y el ayudo para pedir el perdón y la misericordia del Señor. El Papa también ha recordado a la población de la provincia venezolana de Mérida, que está sufriendo las consecuencias de unas inundaciones.
Comentando el evangelio del día, la discusión de Jesús con los fariseos por unas tradiciones rituales (cf. Mc 7), destacó que para el Señor “es importante devolver la fe a su centro”. “Y para evitar un riesgo, que se aplica a aquellos escribas como a nosotros: observar las formalidades externas, poniendo el corazón de la fe en segundo lugar”, advirtió el Papa. “Es el riesgo de una religiosidad de las apariencias: aparentar ser bueno por fuera, mientras se descuida la purificación del corazón”, destacó. Para el pontífice “siempre existe la tentación de ‘agradar a Dios’ con alguna devoción externa, pero Jesús no se conforma con este culto. No quiere cosas externas, quiere una fe que llegue al corazón”, sentenció.
“Jesús invierte la perspectiva: no es malo lo que viene de fuera, sino lo que nace de dentro”, prosiguió Francisco comentado el texto. “A menudo pensamos que el mal viene principalmente de fuera: del comportamiento de los demás, de los que piensan mal de nosotros, de la sociedad”, advirtió. “¡Cuántas veces culpamos a los demás, a la sociedad, al mundo, de todo lo que nos pasa! Siempre es culpa de ‘otros’: de las personas, de los gobernantes, de la mala suerte, etc. Los problemas siempre parecen venir de fuera. Y nos pasamos el tiempo repartiendo culpas; pero pasar el tiempo culpando a los demás es perder el tiempo. Te enfadas, te amargas y alejas a Dios de tu corazón”, lamentó el pontífice.
“No se puede ser verdaderamente religioso quejándose: lleva a la ira, al resentimiento y a la tristeza que cierran las puertas a Dios”, advirtió. “Pidamos hoy al Señor que nos libre de culpar a los demás. Pidamos en la oración la gracia de no perder el tiempo contaminando el mundo con quejas, porque esto no es cristiano. Más bien, Jesús nos invita a mirar la vida y el mundo desde el corazón. Si miramos dentro, encontraremos casi todo lo que odiamos fuera. Y si pedimos sinceramente a Dios que purifique nuestros corazones, entonces empezaremos a hacer el mundo más limpio”, concluyó.