La pequeña isla de Caguach, en el mar interior de Chiloé, tiene poco más de 500 habitantes. Sin embargo, el 30 de agosto llegan hasta ella algunos miles de habitantes del archipiélago a celebrar la fiesta de Jesús Nazareno. Para ellos el invierno no es obstáculo, pese a que el traslado es por mar en viajes que pueden demorar horas.
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Profundamente enraizada en la tradición religiosa y cultural de los chilotes esta fiesta tuvo su origen a fines del siglo XVIII, según cuenta la historia local. Se atribuye al franciscano Hilario Martínez quien, buscando un remedio para que los habitantes de 5 islas vecinas superen sus conflictos permanentes, llevó la imagen de Jesús Nazareno pidiendo a todos ellos que le organizaran una fiesta en conjunto.
Ceremonia de las banderas
Una vez accedieron, organizaron una competencia de embarcaciones a remo para definir cuál isla sería la sede de la fiesta: ganó Caguach y las otras aceptaron ser parte de la organización. Esta competencia formó parte de la celebración y con ella se da inicio a la novena previa, cada año.
El día anterior a la fiesta se realiza la ceremonia de las banderas en la que dos grupos de hombres se disponen en hileras, mirándose de frente, e inician movimientos de avance y retroceso agitando banderines y banderolas de colores al ritmo de pasacalles. Esta actividad se interpreta como una escenificación de los antiguos combates entre los habitantes de las islas que quedaron superados con esta devoción.
En la mañana del día 30 de agosto llegan a la isla decenas de embarcaciones desde todos los puertos de Chiloé llenas de devotos del Nazareno y también de turistas y comerciantes. La misa se realiza en el templo de Cahuach, construido en 1778 y declarado Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO el año 2000, junto a otras 15 iglesias de la Escuela chilota de arquitectura en madera.
Al término de la misa, una procesión presidida habitualmente por el Obispo de Ancud, al ritmo de pasacalles y de canciones alusivas al Nazareno, lleva su imagen por la explanada frente al templo.
Chilotes llevan su devoción
La devoción que ha generado esta celebración, poco a poco se ha ido extendiendo a otras ciudades del sur de Chile. Ya en 1981 se inició en la ciudad de Punta Arenas donde hay una numerosa población chilota que, cada año, en esta misma fecha, realiza una procesión con la imagen del Jesús Nazareno, la que culmina en una Misa. Este año, debido a la pandemia, la procesión se realizó en vehículos por las calles de la ciudad.
El portal iglesia.cl recoge la opinión de Lourdes Mansilla, quien participó en la celebración en Punta Arenas: “para nosotros como chilotes es muy importante la figura de Jesús Nazareno y que se comiencen a retomar esta actividad, nos alegra muchísimo, yo le debo mucho al Nazareno y espero que el próximo año podamos retomar la procesión”.
En varias otras localidades de la Patagonia, tanto chilena como argentina, donde hay habitantes procedentes de Chiloé, se ha ido adoptando también esta misma tradición y va ganando cada vez más adherentes.
El creciente atractivo que ha tenido esta celebración llevó a duplicar la celebración el tercer domingo de enero para facilitar la participación de mayor cantidad de fieles, en un período de mejor clima.