La USCCB consideró que es tiempo no solo de reflexionar sobre los males actuales de la economía, sino de responder al llamado del Santo Padre de proponer respuestas económicas nuevas
Al celebrarse este 6 de septiembre el Día del Trabajo en los Estados Unidos, los obispos de ese país destacaron la importancia de aplicar las enseñanzas de ‘Fratelli Tutti’ y de la llamada ‘Economía de Francisco’ para lograr una mejor economía que permita superar los estragos de la pandemia de Covid-19.
De acuerdo con la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), la crisis económica generada por la pandemia aumentó significativamente la vulnerabilidad de las personas a ser explotadas, siendo las comunidades de color las más afectadas en este sentido, así como por la pérdida de ingresos y de empleos.
Las familias que perdieron su sostén económico –señalan– ahora son más vulnerables financieramente, y se proyecta que 42 millones de personas en los Estados Unidos experimentarán inseguridad alimentaria este año, incluidos 13 millones de niños.
En este contexto, Paul S. Coakley, arzobispo de Oklahoma y presidente del Comité de Justicia Doméstica y Desarrollo Humano de la USCCB, destacó la importancia de la tercera encíclica del papa Francisco, ‘Fratelli Tutti’, en la que comparte una visión para un mundo post-Covid, que aspira a una fraternidad global que no deje a nadie al margen de la sociedad.
El arzobispo recordó que el Papa ha hecho un gran esfuerzo por ‘revivir’ la economía con un nuevo modelo basado en la fraternidad y la igualdad, tanto a través de la encíclica como de la llamada ‘Economía de Francisco’, que parte del ejemplo de San Francisco de Asís de abrazar a los pobres y a la ecología.
Consideró que es tiempo no solo de reflexionar sobre los males actuales de la economía estadounidense, sino también de construir un consenso en torno a la dignidad humana y el bien común, los cimientos de la Doctrina Social Católica, y responder al llamado del Santo Padre de proponer respuestas económicas nuevas y creativas a la necesidad humana, tanto a nivel local como global.
Paul S. Coakley aseguró que durante la pandemia, las parroquias y ministerios católicos han estado trabajando para cumplir la visión del papa Francisco de que “todos aquellos lugares donde la Iglesia está presente, especialmente las parroquias y comunidades, pueden convertirse en islas de misericordia en medio de la mar de indiferencia”.
De esta manera, en los primeros seis meses de la pandemia -informó- Catholic Charities distribuyó casi $400 millones en asistencia de emergencia, que incluía alimentos, equipo de protección personal, suministros para bebés y viviendas de cuarentena para las personas sin hogar.
Por su parte, el Centro de Trabajadores Interreligiosos de Cincinnati organizó la Capacitación para Trabajadores y Comunidad de Concientización sobre la Seguridad de Covid-19 para mantener seguros a los trabajadores esenciales.
El arzobispo pidió aceptar juntos el desafío de resurgir de esta crisis con una economía que funcione para todos los hijos de Dios.
“La pandemia nos ha presentado universalmente muchas experiencias compartidas. Que podamos construir sobre este momento con una fraternidad global que trasciende el partidismo y erradique las injusticias en todas sus formas”, dijo.
Finalmente, Paul S. Coakley expresó su gratitud a los muchos trabajadores que han mantenido el país en funcionamiento durante estos tiempos difíciles de pandemia y “han trabajado en condiciones difíciles y, a menudo, subestimadas”.