“La verdadera alegría que viene del Señor siempre da espacio a las voces de los olvidados, para que junto a ellos podamos construir un futuro mejor. María, en la belleza del seguimiento evangélico y en el servicio al bien común de la humanidad y del planeta, educa siempre para escuchar estas voces y ella misma se convierte en la voz de los sin voz”. Son las palabras que, leídas por el cardenal Gianfranco Ravasi, Francisco ha dirigido al XXV Congreso Internacional Mariano organizado por la Pontificia Academia Mariana Internationalis, que ha comenzado hoy, de forma virtual, con el tema ‘María entre teologías y culturas hoy. Modelos, comunicaciones, perspectivas’.
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Así, Francisco ha recordado que, a pesar de la alegría que produce la celebración de este encuentro “nuestro regocijo no olvide el grito silencioso de tantos hermanos y hermanas que viven en condiciones de gran dificultad, agravadas por la pandemia”.
“En las fronteras”, continúa el Papa en su escrito, “la Madre del Señor tiene una presencia específica: es la Madre de todos, independientemente de la etnia o nacionalidad”. De esta manera, la figura de María “se convierte en un punto de referencia para una cultura capaz de superar las barreras que pueden generar división”. Por tanto, en el camino de esta “cultura de la fraternidad, el Espíritu nos llama a acoger de nuevo el signo de consolación y esperanza segura que tiene el nombre, el rostro y el corazón de María, mujer, discípula, madre y amiga”.
Piedad popular
Recordando el impulso dado por Benedicto XVI para “profundizar más la relación entre la mariología y la teología de la Palabra”, Francisco ha recordado que “la Palabra de Dios, puede convertirse en madre del Verbo encarnado”, es la misma que “alimenta la piedad popular, que se inspira con naturalidad en la Virgen, expresando y transmitiendo «la vida teológica presente en la piedad de los pueblos cristianos, especialmente en los pobres”.
Por último, el Papa ha agradecido a la Pontificia Academia Mariana Internationalis por haber preparado y organizado este Congreso, ya que “constituye un momento importante en el servicio de coordinación de la teología mariana confiado a la Academia”. Y ha recordado como san Francisco de Asís hablaba a la Virgen María “con inmenso amor porque había hecho a Dios nuestro hermano”.