El ministro provincial de los franciscanos resaltó en la figura del fraile la humildad y la permanente actitud de poner sus dones al servicio de los demás
El sábado 4 de septiembre la Iglesia beatificó a Fray Mamerto Esquiú. El franciscano catamarqueño fue obispo, legislador, educador y periodista. En 1853, acompañó y apoyó el proceso que llevaría a la jura de la Constitución Nacional.
Reconocido por su elocuencia, brindó el famoso Sermón patriótico de la Constitución que se hizo eco en todo el territorio. Estuvo a la altura de los desafíos de su tiempo y se transformó en un referente en la política de la Argentina, promoviendo los valores y principios cristianos asentados en la Carta Magna.
Vida Nueva dialogó con fray Emilio Luis Andrada, ofm, Ministro Provincial de la Provincia Franciscana de la Asunción, quien nos contó cómo vivió y vive la Congregación todo el proceso de beatificación de Esquiú. Asimismo, planteó el compromiso de continuar con la causa y con el camino que se abre para la familia franciscana, a partir de la beatificación.
PREGUNTA.- Después de muchos años, llegó finalmente la beatificación de Fray Mamerto. ¿Cómo vivió la Congregación todo este proceso que ahora abre otra etapa de la vida del beato en la Iglesia?
RESPUESTA.- La Orden franciscana ha sido, durante muchos años, más de 90, la impulsora de la Causa de Beatificación de Fray Mamerto Esquiú. Por lo que, cuando llegó la noticia de que sería beatificado en todas las fraternidades, colegios y parroquias de la entidad se tuvieron misas y celebraciones en acción de gracias. Actualmente, ya pasada la celebración de Beatificación nos queda el compromiso de continuar adelante con la causa de su Canonización, es decir, el reconocimiento de Esquiú como santo. El modo tenemos que discernirlo, pero seguramente pasará por un más profundo conocimiento de su polifacética vida, la difusión de su ejemplo de vida en diversos ambientes de la Iglesia, la Familia Franciscana y la sociedad en general, y finalmente estar atentos a la recepción de las gracias recibidas por intercesión de Esquiú evaluando en cada caso el posible milagro, que es lo que se necesita para el proceso de Canonización.
P.- ¿Cómo se prepararon y cómo encararon esta fiesta de gracia no sólo para la Iglesia sino específicamente para la Congregación?
R.- La preparación de la celebración para la Beatificación de Fray Mamerto Esquiú correspondió, por orden de la Santa Sede, al obispado donde se autorizó la realización de la misma. Esta importante responsabilidad recayó en el obispado de Catamarca, donde se creó una Comisión específica en la que algunos miembros de la Orden franciscana participamos. Fue un trabajo colaborativo entre la diócesis y la Orden. Se trabajó desde junio de 2020 hasta la fecha de su realización el pasado sábado. No obstante, han quedado actividades complementarias como la Clausura del Congreso Académico sobre la vida y obra de Fray Mamerto Esquiú, que culmina este 10 de septiembre.
P.- La beatificación ya es un hecho, pero muchas personas que iniciaron este camino hoy ya no están. ¿A quiénes desea recordar y hacer memoria agradecida por el aporte que realizaron para que Esquiú sea beato?
R.- Sé que soy injusto al no nombrar a todos los que actuaron desde un inicio. Pero me permito mencionar a los que conocí personalmente, como a uno de los más entusiastas por la causa a Fr. Mario Fuenzalida, gran difusor de la misma en todos los medios que tuvo a su alcance (prensa, radio, televisión…). Otro promotor de la causa que conocí, fue Fr. Jorge Martínez, que, al ser canonista pudo poner en orden según las exigencias de la Iglesia, toda la documentación existente, lo que valió llegar a que Esquiú fuera aceptado como Venerable, la instancia previa a la beatificación. Y, finalmente, a Fr. Marcelo Méndez, que se ha puesto a disposición de la Orden para que la causa avanzara y fue al que le tocó intervenir para hacer lo necesario para que el posible milagro cumpliera todos los requisitos para que, en la Santa Sede evaluaran la información y terminaran aprobándolo como tal.
P.- Esta beatificación llega en un momento especial del país. Teniendo en cuenta el don de su palabra, ¿qué mensaje ofrece Fray Mamerto a los argentinos en esta etapa tan particular?
R.- La mayoría de las personas de Iglesia y del ambiente, sobre todo político, han resaltado su especial significación como factor de unidad, ya que fue el contenido sustancial de su famoso sermón de la Constitución de 1853. Sin embargo, creo que su mensaje es mucho más amplio. Si pensamos en la patria, creo que es indudable su amor por la misma, y es un amor no abstracto, pues pugnaba por la justicia, por la participación de todos los ciudadanos, por el respeto a las personas, por su promoción a nivel humano en todo lo que hace a una vida digna: educación, vivienda, salud, trabajo. Y a nosotros, los frailes tienen mucho más que decirnos, especialmente su alta cualificación intelectual y espiritual y, sin embargo, su evidente humildad y permanente actitud de poner sus dones al servicio de los demás. Y tantas riquezas más que seguramente iremos sacando, como de un pozo de agua inagotable, con el correr de los años.
P.- ¿Cómo trabajarán los franciscanos, después de la beatificación, para que la figura del beato sea un referente en la Iglesia y la sociedad?
R.- Este es un tema que, precisamente, es donde estamos hoy parados, nos estamos preguntando cómo trabajar a partir de esta beatificación. En próximos días tendremos reuniones internas para rezar, discernir y decidir los caminos a seguir alrededor de la figura del Beato Mamerto Esquiú. Una de las decisiones será la de nombrar una nueva Comisión para la Canonización. Su objetivo será promover el conocimiento, la difusión y la devoción a nuestro Beato. Confiamos que sabremos tomar las decisiones que más satisfagan las expectativas de la Iglesia y la sociedad.