Vaticano

El Papa a los carmelitas descalzos: “La fidelidad evangélica no consiste en rechazar el cambio”

  • Francisco ha recibido hoy a los participantes en el Capítulo General de la Orden de los Carmelitas Descalzos
  • “La armonía entre la amistad con Dios, la vida fraterna y la misión es una meta fascinante”, señaló
  • El Papa lee… y corrige a L’Osservatore Romano





“La fidelidad evangélica no es estabilidad de lugar, sino estabilidad del corazón; que no consiste en rechazar el cambio, sino en hacer los cambios necesarios para cumplir con lo que el Señor nos pide, aquí y ahora. Y, por tanto, la fidelidad requiere un firme compromiso con los valores del Evangelio y del propio carisma y la renuncia a lo que nos impide dar lo mejor al Señor y a los demás”. Así se lo ha recordado el papa Francisco esta mañana a los participantes en el Capítulo General de la Orden de los Carmelitas Descalzos.



En la audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano, el Papa ha recordado a los 4.000 frailes que forman la orden y están repartidos por todo el mundo. Tampoco se olvidó de las carmelitas descalzas y todos los miembros de la Familia Carmelita, “que siguen con la oración su trabajo en estos días”. Así, agradeció las palabras dirigidas por Miguel Márquez, nuevo prior general.

Parafraseando los documentos preparatorios del Capítulo, el Papa les animó a “mantener unidas la amistad con Dios, la vida fraterna en comunidad y la misión”. “Para santa Teresa, la amistad con el Señor significa vivir en comunión con Él, no es solo rezar, sino hacer de la vida una oración, es caminar –como dice su Regla– ‘in obsequio Iesu Christi’, y hacerlo con alegría”, añadió.

En este mismo sentido, les pidió conservar la alegría, pues es “es feo ver a hombres o mujeres consagrados con el rostro de funeral. Es feo, es feo. La alegría debe venir de adentro: esa alegría que es paz, expresión de amistad”. “Otra cosa es el sentido del humor. Por favor, no pierdan el sentido del humor. Siempre con esa alegría de los humildes, que acogen las cosas normales y cotidianas de la vida para vivir con alegría”, agregó.

La amistad con Dios

Según expresó el Pontífice, “la amistad con Dios madura en el silencio, en el recogimiento, en la escucha de la Palabra de Dios; es un fuego que hay que cuidar y cuidar día a día”. Y continuó: “El calor de este fuego interior también ayuda a practicar la vida fraterna en comunidad. No es un elemento accesorio, es sustancial. Arraigado en la relación con Dios, Trinidad de Amor, estás llamado a cultivar relaciones en el Espíritu, en una sana tensión entre estar solo y estar con los demás, contraria al individualismo y la estandarización del mundo”.

Para Jorge Mario Bergoglio, a partir de la amistad con Dios “estás llamado a repensar también tu misión, con creatividad y un decidido impulso apostólico, prestando mucha atención al mundo de hoy. No debes imitar la misión de otros carismas, sino ser fiel a la tuya, para dar al mundo lo que el Señor te ha dado para el bien de todos, es decir, el agua viva de la contemplación. De hecho, no se trata de un escape de la realidad, un cierre en un oasis protegido, sino una apertura del corazón y de la vida a la fuerza que transforma el mundo, es decir, el amor de Dios”.

Así, señaló que la armonía entre “la amistad con Dios, la vida fraterna y la misión es una meta fascinante, capaz de motivar vuestras elecciones presentes y futuras”.

Escucha y discernimiento

Por otro lado, deteniéndose en los tres textos que han guiado el capítulo –”escuchar lo que dice el Espíritu (cf. Ap 2,7); discernir los signos de los tiempos (cf. Mt 16, 3); llegar a ser testigos hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8)”–, el Papa les recordó que “escuchar es la actitud fundamental del discípulo, de quien se coloca en la escuela de Jesús y quiere responder a lo que nos pide en este momento difícil pero siempre bello, porque es el tiempo de Dios”.

De hecho, “en este tiempo, en el que la pandemia nos ha puesto a todos ante tantas preguntas y que ha visto el derrumbe de tantas seguridades, ustedes, como hijos de santa Teresa, están llamados a cuidar su fidelidad a los elementos perennes de su carisma. Si algo bueno tiene esta crisis –y ciertamente lo tiene– es precisamente para devolvernos a lo esencial, para no vivir distraídos por falsas certezas. Este contexto también es favorable para que puedas examinar el estado de salud de tu Orden y alimentar el fuego de tus orígenes”, continuó.

Sobre el futuro de la Vida Consagrada, el Papa ha sido muy claro: “Algún profeta de la fatalidad dice que este futuro es corto, que la Vida Consagrada se acaba. Pero estas visiones pesimistas están destinadas a ser negadas, porque la Vida Consagrada es parte de la Iglesia como Jesús la concibió. Por tanto, hay que eliminar la tentación de preocuparse por sobrevivir, en lugar de vivir plenamente, acogiendo la gracia del presente, incluso con los riesgos que conlleva”.

El Papa lee… y corrige a L’Osservatore Romano

Por otro lado, Francisco se ha detenido a hablar sobre la mundanidad. “En la escuela de Cristo, se trata de ser fieles al presente y al mismo tiempo libres y abiertos al horizonte de Dios. La vida carmelita es una vida contemplativa. Este es el don que el Espíritu le ha dado a la Iglesia con santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Fiel a este don, la vida carmelita es una respuesta a la sed del hombre contemporáneo, que está sediento de Dios y muchas veces no lo comprende. Y está protegido de espiritualismos que esconden un espíritu de mundanidad”.

En este sentido, lanzó su petición: “Por favor, cuidado con la mundanalidad espiritual, que es el peor de los males que le pueden pasar a la Iglesia”. Francisco, recordando las palabras dedicadas este mismo jueves a los misioneros claretianos, que también están celebrando su capítulo general en Roma, volvió a citar la Meditación sobre la Iglesia del Padre de Lubac y dio un cariñoso tirón de orejas a L’Osservatore Romano.

El texto cita a un padre espiritual benedictino que dice esto sobre la mundanidad: “Es el peor de los males que le pueden pasar a la Iglesia, incluso peor que aquella época de los Papas concubinarios”.Esto también se lo dije a los claretianos el otro día… Evidentemente, L’Osservatore Romano se asustó con este texto, que no es mío, es de Lubac, y lo citó así: ‘Peor que los concubinarios’; le tenían miedo a la verdad. Espero que L’Osservatore se corrija”, concluyó. 

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