La Diócesis de Barbastro-Monzón ha comenzado este mes de septiembre renovada. Y es que, el pasado día 1, su obispo, Ángel Pérez Pueyo, firmaba un decreto por medio del que se establece la reestructuración de la misma, a nivel funcional y geográfico, y dando un papel protagonista a los laicos. Con ello, tal como ha señalado el prelado, se busca “garantizar un servicio pastoral adecuado a las necesidades personales y espirituales que tenga cada uno de los hijos de esta Diócesis con el deseo de que ninguno se pierda”.
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Todo ello, subraya, “armonizando y potenciando todos los recursos humanos del territorio: sacerdotes, consagrados y laicos, aunando esfuerzos y respondiendo solidariamente a los nuevos desafíos de esta Iglesia diocesana tan extensa geográficamente, envejecida, despoblada, rural toda ella, tornándola en una Iglesia viva, misionera, corresponsable y martirial”.
Ascen Lardiés, delegada de Medios de Comunicación, es una de las laicas que forman parte esencial de esta “orquesta” que es la Diócesis. “Don Ángel siempre nos pone esta metáfora”, dice. “Cada uno toca el instrumento que toca, pero, al final, la melodía suena. Parece que llama la atención el tema de los laicos, pero aquí llevan trabajando los animadores de la comunidad muchos años, llevando la palabra allí donde los sacerdotes no pueden llegar, no sustituyéndoles, pero sí apoyando su labor para llegar a las más de 200 parroquias de esta diócesis”, explica. “Al igual que los religiosos. Cada uno desde su vocación presta el servicio que puede”, asevera Lardiés.
El nuevo decreto aborda tres cuestiones principales:
- la renovación de los consejos presbiteral, pastoral y de asuntos económicos, así como el cambio en la normativa estatutaria de la Diócesis;
- aprueba la reestructuración geográfica de las seis comarcas de la provincia y sus unidades pastorales;
- y, finalmente, la organización del organigrama de la diócesis desde el punto de vista pastoral.
No es una novedad
“Se establecen tres delegados, uno de caridad, otro de anuncio y otro de liturgia”, apunta Lardiés, señalando, además, que el nuevo documento “no es una cosa novedosa en cuanto a que llevábamos ya tiempo poniéndolo en marcha”. Ha sido, en realidad, “una forma de poner negro sobre blanco algo que ya se está haciendo en la práctica y que venía marcándose como camino”. Ejemplo de ello es el valor que se presta a la comunicación, la cual se entiende totalmente unida a la evangelización.