Francisco concluye sus siete horas de visita a Budapest dando las gracias y bendiciendo a los húngaros en su propio idioma
“Anunciemos con la vida el Evangelio liberador de la ternura sin límites que Dios tiene por cada uno“. Estas han sido las palabras que el papa Francisco ha dirigido a la Iglesia en Hungría antes de rezar el ángelus desde la plaza de los Héroes de Budapest. El Pontífice ha concluido sus siete horas de visita a la capital húngara dando las gracias y bendiciendo a los fieles en su propia lengua.
“Eucaristía significa ‘acción de gracias’ y, al finalizar esta celebración, que cierra el 52º Congreso Eucarístico Internacional y mi visita a Budapest, quisiera dar gracias de todo corazón. Gracias a la gran familia cristiana húngara, que deseo abrazar en sus ritos, en su historia, en las hermanas y hermanos católicos y de otras confesiones, todos en camino hacia la unidad plena. Gracias, en particular, a mis amados hermanos obispos, a los sacerdotes, a los consagrados y consagradas, y a todos ustedes, queridos fieles”, ha comenzado diciendo.
Al agradecer también a las autoridades civiles, ha sorprendido hablando en húngaro: “Quisiera decir ‘köszönöm’ [‘gracias’] a ti, pueblo de Hungría”. “Deseo que la cruz sea vuestro puente entre el pasado y el futuro. El sentimiento religioso es la savia de esta nación, tan unida a sus raíces. Pero la cruz, plantada en la tierra, además de invitarnos a enraizarnos bien, eleva y extiende sus brazos hacia todos; exhorta a mantener firmes las raíces, pero sin encerrarse; a recurrir a las fuentes, abriéndose a los sedientos de nuestro tiempo”, ha señalado.
Y ha continuado: “Mi deseo es que sean así: fundamentados y abiertos, arraigados y respetuosos. ‘Isten éltessen!’ [‘¡Felicidades!’]”.
Durante su alocución, el Pontífice ha viajado hasta Varsovia, donde hoy son proclamados beatos dos “testigos del Evangelio”: el cardenal Esteban Wyszyński e Isabel Czacka, fundadora de las Hermanas Franciscanas Siervas de la Cruz. “Dos figuras que conocieron de cerca la cruz: el primado de Polonia fue siempre un pastor valiente según el corazón de Cristo; sor Isabel, que perdió la vista muy joven, dedicó toda su vida a ayudar a los ciegos. Que el ejemplo de los nuevos beatos nos estimule a transformar las tinieblas en luz con la fuerza del amor”, ha afirmado.
Al concluir, Jorge Mario Bergoglio ha deseado que la “Beata Reina, vuestra antigua patrona” los acompañe y los bendiga. “Mi bendición, desde esta gran ciudad, quiere llegar a todos, en particular a los niños y a los jóvenes, a los ancianos y a los enfermos, a los pobres y a los excluidos. Con ustedes y para ustedes digo: ‘Isten, áldd meg a magyart!’ ‘[¡Que Dios bendiga a los húngaros!’]”, ha subrayado.