El papa Francisco se ha reunido esta mañana con representantes del Consejo Ecuménico de Iglesias y algunas comunidades judías de Hungría en la Sala de Mármol del Museo de Bellas Artes de Budapest. En un discurso guiado por el Puente de las Cadenas, que une las dos partes de la ciudad, el Pontífice ha recalcado que “no podemos seguir viviendo en la sospecha y en la ignorancia, distantes y divididos”.
“El Puente de las Cadenas no funde las dos partes de la ciudad en una, pero las mantiene unidas. Así deben ser los vínculos entre nosotros. Cada vez que se ha tenido la tentación de absorber al otro no se ha construido, sino que se ha destruido; lo mismo cuando se ha querido marginarlo en un gueto, en vez de integrarlo”, ha señalado el Papa.
Por ello, Francisco les ha pedido “estar atentos y rezar para que no se repita. Y comprometernos a promover juntos una educación para la fraternidad, para que los brotes de odio que quieren destruirla no prevalezcan”. En este sentido, el Pontífice ha resaltado la amenaza del antisemitismo: “Es una mecha que hay que apagar y la mejor forma de desactivarla es trabajar en positivo juntos, es promover la fraternidad”.
Siguiendo con la metáfora del puente, Jorge Mario Bergoglio se ha expresado así: “Un puente une dos partes. En este sentido evoca el concepto, fundamental en la Escritura, de alianza. El Dios de la alianza nos pide que no cedamos a la lógica del aislamiento y de los intereses creados. No desea las alianzas con alguno en detrimento de otros, sino personas y comunidades que sean puentes de comunión con todos”.
Y ha continuado: “En este país ustedes, que representan las religiones mayoritarias, tienen la tarea de favorecer las condiciones para que se respete y fomente la libertad religiosa de todos. Y tienen también la función de ser ejemplo para todos. Que nadie pueda decir que de los labios de los hombres de Dios salen palabras de división, sino solo mensajes de apertura y de paz”.
El Puente de las Cadenas “no solo es el más conocido, sino también el más antiguo de esta ciudad”, ha señalado. “Muchas generaciones lo han atravesado –ha continuado–. Esto también invita a recordar el pasado. Encontraremos sufrimientos y oscuridad, incomprensiones y persecuciones pero, yendo a las raíces, descubriremos un patrimonio espiritual común mucho más grande. Es este el tesoro que nos permite construir juntos un futuro distinto”.
A este respecto, Bergoglio ha recordado al poeta Miklós Radnóti, “cuya carrera fue truncada por el odio ciego de quienes, solo porque era de origen judío, primero le impidieron ejercer la docencia y luego lo arrancaron de su familia”. Citando ‘El Cuaderno de Bor’, ha destacado las palabras que este “amigo de Dios” escribió: “Fui una flor, me he convertido en una raíz”. Por eso, “solamente si somos raíces de paz y brotes de unidad seremos creíbles a los ojos del mundo, que nos mira con la nostalgia de que florezca la esperanza”, ha subrayado.
Francisco les ha agradecido a todos su presencia, pues expresa “un gran deseo de unidad”. “Dan cuenta de un camino, a veces cuesta arriba, y difícil en el pasado, pero que ustedes afrontan con valor y buena voluntad, sosteniéndose recíprocamente bajo la mirada del Altísimo”, ha afirmado. “Bendigo el camino de comunión que llevan adelante. Rezar juntos, unos por otros, y ponernos a trabajar juntos en la caridad, unos con otros, es el camino más concreto hacia la unidad plena”, ha añadido.
Asimismo, el Papa ha reconocido su aprecio por el “compromiso que han mostrado para derribar los muros de separación del pasado. Ustedes, judíos y cristianos, desean ver en el otro ya no un extraño, sino un amigo; ya no un adversario, sino un hermano. Dios abre siempre caminos nuevos. Así como transformó el desierto en un camino hacia la Tierra Prometida, también quiere llevarnos desde los desiertos áridos del hastío y de la indiferencia a la ansiada patria de la comunión”.
El Pontífice hizo hincapié en que “no es casualidad que todos los que en la Escritura están llamados a seguir de un modo especial al Señor siempre tengan que salir a tierras inexploradas y a espacios desconocidos”. “Pensemos en Abrahán, que dejó casa, parientes y patria. Quien sigue a Dios está llamado a dejar. A nosotros se nos pide que dejemos atrás las incomprensiones del pasado, las pretensiones de tener razón y de culpar a los demás, para ponernos en camino hacia su promesa de paz, porque Dios tiene siempre planes de paz”, ha indicado.
Tras concluir su intervención, el Papa ha pedido perdón a los presentes por dirigir su discurso sentado. Haciendo gala, una vez más, de su humor, les recordó que no tiene ya “15 años”.