Francisco ha enviado un videomensaje a los participantes en la cumbre antiabusos celebrada en Polonia
La preocupación del papa Francisco por los casos de abusos sexuales a menores y adultos vulnerables en la Iglesia no ha mermado en todo su pontificado. Menos aun, desde aquel encuentro, en febrero de 2019, en el que los líderes de las Conferencias Episcopales del mundo se reunían en la Santa Sede para reflexionar las maneras de garantizar el bienestar de las víctimas y evitar futuros casos. Hoy, el Papa ha enviado un videomensaje a los participantes en el encuentro ‘Nuestra misión común de proteger a los hijos de Dios’, promovido por la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores y por las Conferencias Episcopales de Europa Central y Oriental.
“Al dirigirme a los líderes de las Conferencias Episcopales del mundo, reunidas en Roma en febrero de 2019, expresé mi aliento para garantizar que el bienestar de las víctimas no se dejara de lado en favor de la preocupación incomprendida por la reputación de la Iglesia como institución“, dice el Papa en su mensaje. “Por el contrario, solo enfrentando la verdad de estos comportamientos crueles y buscando humildemente el perdón de las víctimas y sobrevivientes, la Iglesia podrá encontrar el camino para ser nuevamente considerada con confianza un lugar de acogida y seguridad para los necesitados”, ha afirmado.
Por ello, Francisco ha subrayado que las “expresiones de contrición” que pueda hacer la Iglesia “deben convertirse en un camino concreto de reforma, tanto para evitar nuevos abusos como para garantizar a los demás la confianza de que nuestros esfuerzos conducirán a un cambio real y confiable”.
Y es que, para el Papa, esta es la única manera de responder “de la manera más adecuada a la grave convulsión a la que nos enfrentamos”. De esta manera, anima a los presentes a “escuchar el llamado de las víctimas y a comprometerse, unos con otros y con la sociedad en el sentido más amplio, en estas importantes discusiones, ya que afectan verdaderamente el futuro de la Iglesia en Europa Central y Oriental, así como al corazón del cristiano”.
A pesar de que esto pueda suscitar temor, el Papa señala que “reconocer nuestros errores y fracasos puede hacernos sentir vulnerables y frágiles, pero también puede ser un tiempo de gracia espléndida, un tiempo de vaciamiento, que abre nuevos horizontes de amor y servicio mutuo”. “Si reconocemos nuestros errores”, continúa, “no tendremos nada que temer, porque será el mismo Señor quien nos habrá conducido hasta ese punto”. “Les exhorto a ser humildes instrumentos del Señor, al servicio de las víctimas de abusos, viéndolos como compañeros y protagonistas de un futuro común, aprendiendo entre nosotros para ser más fieles y resilientes para que, juntos, podamos enfrentar los desafíos del futuro”, concluye Francisco.