El arte, más que trascender las diferencias entre religiones, es singularmente todo lo contrario: un espacio de intercambio, interacciones, intersecciones. El Metropolitan Museum of Art de Nueva York pone el ejemplo de la Península Ibérica entre los siglos XI y XII, donde cristianos, judíos y musulmanes demostraron cómo “los objetos artísticos y las ideas trascendieron las diferencias religiosas”, expone Julia Perratore, comisaria de ‘España, 1000-1200: el arte en las fronteras de la fe’.
El museo neoyorquino presenta alrededor de cuarenta obras –entre sedas, tallas de marfil, manuscritos iluminados, frescos y esculturas–, realizadas por artistas de las tres religiones. Además, la muestra tiene lugar en The Cloisters, en Fort Tryon, al norte de Manhattan, sede del Metropolitan dedicada al arte cristiano medieval y con la capilla románica de San Martín de Fuentidueña –trasladada desde Segovia en 1957– como escenario expositivo.
El arte de aquella España en plena Reconquista se presenta como referente hoy del encuentro entre religiones y un diálogo entre fronteras. “Una idea que me ha resultado muy influyente en mi estudio de la Iberia medieval proviene del historiador del arte Oleg Grabar, quien observó que las artes de la Iberia medieval representan una especie de paradoja –manifiesta Perratore–. Por un lado, se caracterizan por la existencia de tres tradiciones visuales religiosas diferentes, cada una de las cuales articula un sistema de creencias distinto, aunque en ocasiones se superponga. Por otro lado, es la intersección de estas tres tradiciones visuales lo que hace que el arte español sea ‘español’. La tensión resultante de esta paradoja conduce a una delicada danza entre sistemas de creencias separados y prácticas visuales entremezcladas”.
El arte, la creatividad, como expresión, a la vez, de “cautela” y “curiosidad”, según expone la comisaria estadounidense a Vida Nueva. “Aunque las fronteras geopolíticas inspiraron el concepto de la exposición, creo que las fronteras metafóricas, existentes entre individuos de diferentes creencias, son también muy importantes –explica–. Las interacciones interconfesionales que hay detrás de cada objeto de la exposición son el resultado de una combinación de sentimientos de cautela, para no mezclarse demasiado libremente con personas de otras creencias, y de curiosidad, para aprender más sobre los bellos objetos y espacios que disfrutan otras creencias”.
La exposición que acoge The Cloisters busca, precisamente, dar a conocer esos objetos artísticos en los que se manifiestan, durante los siglos XI y XII, las interacciones entre cristianos, judíos y musulmanes. “En la exposición hay varias obras de pequeño formato, agrupadas de manera informal cerca de la entrada de la galería, realizadas por seguidores de las tres confesiones diferentes de la Iberia medieval, que comparten un mismo motivo decorativo: el arco de herradura”, pone como ejemplo Perratore.