“No se puede separar la Iglesia de Cristo, el cuerpo de la cabeza. La Iglesia, como proyecto de Dios, nace creyendo, escuchando, aprendiendo y obedeciendo… No se puede hablar de Iglesia sin comunión con Dios y con la humanidad”. Son las palabras que ha dirigido el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, a los misioneros redentoristas, en un encuentro que han tenido en el monasterio de Espino (Santa Gadea del Cid, Burgos) del 13 al 17 de septiembre.
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“Los destinatarios de nuestra misión son los pobres, los excluidos de siempre. Los pobres y la compasión pertenecen al paisaje de la vida cristiana y religiosa”, ha continuado Agrelo. “Recibimos el Evangelio por pobres y para llevarlo a los pobres. Nunca podemos dejar de evangelizarlos, así podemos evangelizar”. Asimismo, Agrelo ha propuesto una metáfora: “Es necesario contemplar el proyecto del arquitecto Dios en su estudio y después pasar al taller para realizarlo con nuestras celebraciones y trabajos”.
Según Miguel García Leyva, CSsR, “en el desarrollo de los temas que explicó Santiago Agrelo, lo que más llamaba la atención e interpelaba era el espíritu, la vida, la experiencia de ‘evangelizado’ que transmitía, siempre apoyado en Dios, en Cristo y en el Espíritu”. Y añadió: “Imposible pensar nuestra vida cristiana sin el misterio de la Trinidad”. Por esta razón, en palabras de García Leyva, “Agrelo insistía tanto en pasar de un cristianismo de ideología (de normas y ritos) a la experiencia vital, al encuentro con Cristo”.
“Nuestra vocación es aprender a ser Cristo Jesús, en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Somos elegidos, bendecidos, llamados, enviados… para ser, con Jesús y como Jesús, lugar de la compasión y de la misericordia de Dios, imagen de Dios en misión”, explicó García Leyva.
Asimismo, el misionero redentorista relató otras cuestiones relevantes que reflexionaron en el monasterio de El Espino con Agrelo: “Los cristianos necesitan una experiencia mística, trinitaria, eclesial. La identidad nos la da Dios con su gracia, el Hijo con su llamada y la Iglesia con su reconocimiento”. En palabras de Santiago Agrelo: “Es apremiante conocer el amor de Dios, recordarlo, celebrarlo, imitarlo, dejarnos evangelizar y convertirnos”. E insistió: “No hemos olvidado nuestro modo de creer, esperar y amar, desfigurando el rostro de Dios y de Cristo en su Iglesia”.
Ejercicios espirituales
Este año ha sido posible llevar a cabo estos ejercicios espirituales de los redentoristas después de que en 2020 fuera imposible por la pandemia del coronavirus. En ellos han participado un total de 22 congregados de varias comunidades, un laico colaborador y varios postulantes y diáconos.
La dinámica de los ejercicios ha sido “la clásica”, según Miguel García Leyva: celebraciones en la iglesia, conferencias y trabajo personal. En la Iglesia, cada día, rezamos Laudes por la mañana, Hora sexta a mediodía y celebración de la Eucaristía antes de la cena. Asimismo, se celebraron dos conferencias diarias. El resto del tiempo, trabajo de interiorización personal.
“El martes, en lugar de la Hora sexta, se tuvo en nuestro cementerio la sepultura de las cenizas de los PP. Jesús Ibáñez, Cipriano Chaverri y Eulogio Belloso. Nos ayudó a renovar nuestra memoria histórica de enviados y hermanos, y hacerla presente como compromiso evangelizador”, añadió.
Experiencia de Dios
“El padre Santiago (como se llamaba él mismo) nos propuso como tema general: ‘Evangelizados, para evangelizar’. Y como foco iluminador aparecía en todas las charlas esta doble realidad: por una parte, la constatación de una Iglesia sin Cristo, un cristianismo sin Jesús, sin comunidad de creyentes, sin sentido de comunidad, sin fe como compromiso de lucha contra el mal, de ideología (normas, ritos, tradiciones, costumbres…); y por otra, la fe y la experiencia de un Dios-vida creador, redentor, santificador; es decir, el misterio de la santísima Trinidad, la dimensión trinitaria de toda vida cristiana, el misterio de la locura y del exceso de misericordia con los que nos ha amado Dios”, detalló el misionero redentorista.
Los temas tratados fueron los siguientes: Dios en misión (Dios misionero); Jesús, presencia de la compasión de Dios; La comunidad religiosa, signo e instrumento de Dios en misión; Evangelizados para evangelizar; Amor como forma de vida; Volver a Cristo Jesús; Amor a Cristo en la Iglesia; Llamados a ser Iglesia para hacer Iglesia; Contemplar la Iglesia que tenemos que ser; Dejad que nos hagan Iglesia; Bienaventurados en esperanza. Después de las conferencias el predicador invitaba al diálogo, y en algunos momentos fue realmente clarificador. La predicación litúrgica la centró básicamente en los salmos y en las lecturas del día.