Como es habitual cada vez que realiza un viaje internacional, también este miércoles el papa Francisco dedicó la audiencia general que presidió en el Aula Pablo VI del Vaticano a hablar de la visita que realizó la semana pasada a Hungría y Budapest, que consideró una triple “peregrinación: de oración, a las raíces y de esperanza”.
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La primera etapa de su estancia en estos países de Europa Central fue en Budapest, donde participó en la misa conclusiva del Congreso Eucarístico Internacional, aplazado un año debido a la pandemia. Por medio de la Eucaristía la fe “se purifica siempre y nos aleja de la mundanidad que nos echa a perder a todos desde dentro”, destacó el Pontífice. Lamentó además cómo en el continente europeo “la presencia de Dios se diluye, como vemos todos los días, en el consumismo y en los ‘vapores’ de un pensamiento único, cosa rara pero real, fruto de la mezcla de viejas y nuevas ideologías”.
Esta situación “nos aleja de la familiaridad con Dios”, por lo que propuso responder a ella con “la oración, el testimonio y el amor humilde”. También destacó el Papa que “no hay oración sin memoria”, invitando a recordar al “propio pueblo” cuando se reza. Puso como ejemplo a un obispo eslovaco que le contó que, durante el período comunista, trabajó como conductor de tranvía “mientras a escondidas seguía con su labor de obispo”.
La “llaga” de la violencia contra las mujeres
Al hablar sobre las raíces, Jorge Mario Bergoglio invitó a “custodiarlas”, pero no como si se trataran de una “exposición de museo”. También pidió “no ideologizarlas e instrumentalizarlas por intereses de prestigio y de poder, para consolidar una identidad cerrada”. Esto supondría “traicionarlas y esterilizarlas”. Propuso entonces como modelo a Cirilo y Metodio por su “método de evangelización y compromiso civil”, que durante el viaje le hizo recordar al Papa al espíritu de los padres fundadores de la Unión Europea. Éste se vería hoy traicionado cuando la Unión se comporta como “una agencia para distribuir colonización ideológica de moda”.
Francisco se alegró cuando habló de la “peregrinación de esperanza” que supuso el viaje. Ésta vino por encontrarse con “muchas parejas jóvenes con niños”. También consideró una señal fuerte y profética el testimonio de la beata Anna Kolesárová, joven eslovaca que a costa de su vida defendió la propia virginidad contra la violencia. “Es un testimonio más actual que nunca, lamentablemente, porque la violencia sobre las mujeres es una llaga abierta por todos lados”, denunció el Papa, que dedicó palabras de reconocimiento a la labor que realizan las Hermanas Misioneras de la Caridad en Bratislava acogiendo a personas sin hogar.