Vaticano

El cardenal Sarah no se define ni como “tradicionalista ni progresista”, solo “exigente”

El cardenal guineano denuncia que “es un error haber eliminado el latín. Todos los musulmanes rezan en árabe, aunque no sea su lengua. Estamos dividiendo lo que Cristo ha unido”





“Dios es exigente, porque el amor es exigente. Si se entiende por intransigente en este sentido, sí, estoy de acuerdo”, responde el cardenal guineano Robert Sarah, prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, cuando le preguntan cómo se siente cuando le dicen que es “intransigente”. Y es que para el purpurado “hoy, muchos cristianos buscan apoyo en esta confusión, para crecer en la fe, para apoyar sus convicciones. Mi tarea es confirmarlos en la fe, en la medida de lo posible, para que no cambie lo que siempre han creído”.



Crisis antropológica

En una entrevista al medio suizo cath.ch, advierte ante la crisis “antropológica, agravada por la ideología de género”que vive, especialmente, la sociedad occidental. Y es que, defiende, “cuando se toca una herencia, no es para enterrarla, ni para despilfarrarla, sino para hacerla crecer. La tradición no es algo fijo. Evoluciona, pero sin desarraigarse” ya que “abrirse no es sólo buscar un consenso, sino querer intentar hacer crecer al otro, caminar juntos hacia la búsqueda de la verdad”.

Aplicados estos principios a la propuesta sinodal, para Sarah “la verdad no nace del consenso, nos precede. Si dialogamos, si nos reunimos, es porque buscamos juntos la verdad que nos hace libres”. En este sentido, sobre el Camino Sinodal alemán no se muestra muy entusiasmado: “No sé a dónde nos llevará. ¿Hacia una reinvención total de la iglesia? Tomaremos lo que cada uno diga para establecer un consenso. Pero la verdad de la Iglesia está por delante de nosotros. No podemos fabricarlo nosotros”.

Enfoques litúrgicos

“La inculturación no es poner un barniz africano o asiático a un rito. La inculturación es dejar que Dios penetre en mi naturaleza humana y en mi cultura. Es como la encarnación, cuando Jesús toma nuestra forma humana, no la deja intacta, la diviniza”, señala entrando en otras materias. Así, recuerda que “la misa es un sacrificio salvador y no una comida fraternal”. Por ello, critica que en las celebraciones actuales “el cura habla, habla, sin dejar ningún silencio. En África se baila mucho, se aplaude mucho, pero ¿se puede bailar delante de un muerto?”

“La liturgia no es para el hombre, es para Dios. Si perdemos la centralidad, la primacía de Dios, entonces la misa se convierte en una mera comida fraternal”, recalca. “Los musulmanes, los budistas, todos rezan de la misma manera. No entiendo por qué los cristianos nos peleamos por estos temas”, añade. Por ello, piensa que “gastamos demasiada energía en conflictos litúrgicos innecesarios”.

Fiel a la tradición

“No soy ni tradicionalista ni progresista. Enseño lo que los misioneros me enseñaron y algunos murieron muy jóvenes para darme a Cristo. No invento nada, no creo nada. Quiero ser fiel, eso es todo. Dios nos habla como lo hizo con Adán y los apóstoles”, se defiende ante quienes le señalan como tradicionalista. Se separa también de quienes le muestras crítico con Francisco, de quien dice que le “ha agradecido personalmente” su libro con un texto de Benedicto XVI.

Otra de sus constantes es la defensa del latín. “Es un error haber eliminado el latín. Todos los musulmanes rezan en árabe, aunque no sea su lengua. Estamos dividiendo lo que Cristo ha unido. Si ya no hay latín, ¿por qué hablar de una Iglesia latina? Lo mismo ocurre con la música con el mantenimiento del canto gregoriano”, sentencia.

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