El cardenal secretario de Estado del Vaticano ha enviado su mensaje a la Asamblea General de las Naciones Unidas
Por los excluidos, por los conflictos, el medio ambiente, las vacunas y la sanidad universal. A todos estos temas necesitados “de esperanza” ha dedicado el cardenal secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, su discurso ante la 76ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la cual gira en torno al tema ‘Construir la resiliencia a través de la esperanza’.
“El mantenimiento de la paz, la protección y promoción de los derechos humanos, el avance del desarrollo humano integral, el cuidado de nuestra casa común, nunca deben darse por sentado, sino buscarse y asegurarse para cada generación”, ha dicho el purpurado. “A medida que surgen nuevas crisis y otras persisten, debemos tener la esperanza de perseverar para abordarlas. La esperanza nos mantiene motivados cuando los problemas y desacuerdos parecen irresolubles, facilita el perdón, conscientes de que a través de la reconciliación puede haber un futuro mejor”, ha explicado, subrayando, además, que la esperanza “fomenta la resiliencia y nos inspira a trabajar duro incluso cuando es posible que no podamos ver los resultados logrados en nuestra vida”.
De esta manera, Parolin ha apuntado que “para salir mejor de la pandemia de la Covid-19 necesitamos construir sobre un sentido renovado de solidaridad fraterna”. Y es que “la pandemia nos ha enseñado lo interconectado que está nuestro mundo, que cada Estado tiene sus propias vulnerabilidades y que ninguno es capaz de resolver la crisis por sí solo”.
Por ello, el cardenal ha animado a los estados a “trabajar juntos para remediar la situación de quienes están en los ‘límites farmacéuticos’, y para aliviar el sufrimiento innecesario y la muerte que ellos y tantos otros tienen y continúan soportando”. Este es, para Parolin, particularmente “el caso de las vacunas, que deben estar disponibles para todos, especialmente en áreas de conflicto y entornos humanitarios”.
Por otro lado, Parolin ha subrayado que la pandemia ha tenido un impacto negativo en los programas y actividades de desarrollo, así como en la implementación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. “Cinco años de progreso en los 17 objetivos de desarrollo sostenible se detuvieron, y en algunos casos se revirtieron, por el virus y sus consecuencias”, ha dicho, consciente de que “hacer del desarrollo sostenible una realidad para 2030 ahora se ha convertido en un desafío tan abrumador que se necesitarán enormes esfuerzos”.
Así, ha recordado ante las Naciones Unidas que “el desarrollo sostenible, si realmente está al servicio de la persona humana, debe incorporar también a los pobres y sus dones y creatividad como agentes de su propio desarrollo integral. Debemos dar rienda suelta a la promesa y la esperanza que encarnan, por su bien y el de toda la comunidad humana”. En este sentido, ha apuntado que la próxima COP 26 de Glasgow “es una oportunidad importante para la resiliencia, ya que la comunidad internacional tiene la oportunidad de comprometerse de nuevo con la protección de nuestra casa común”.
Al mismo tiempo, Parolin ha señalado que “la esperanza con demasiada frecuencia se niega y sigue siendo esquiva para tantas mujeres y hombres, niños y niñas debido a otra amenaza creada por el hombre para nuestra existencia común, a saber, la guerra, los conflictos y la posesión y uso de armas de destrucción en masa”. “Lamentablemente, seguimos siendo testigos del terrible impacto de las crisis y los conflictos en todo el mundo”, ha continuado. “La reciente situación humanitaria agravada en Afganistán y las tensiones políticas en curso en Siria y el Líbano, así como en otros lugares, son un claro recordatorio del impacto que los conflictos ejercen sobre los pueblos y las naciones”. Por ello, ha afirmado que “la Santa Sede tiene la firme esperanza de que esto también estimule el progreso en la aplicación del Tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP)”.
Para finalizar su discurso, Parolin ha subrayado que, para fomentar la resiliencia necesaria para ayudar al mundo a salir mejor de las diversas crisis que enfrenta, las Naciones Unidas “deben renovarse constantemente regresando con mayor fidelidad y determinación a los principios y propósitos fundamentales consagrados en su Carta”. Porque la “verdadera revitalización” del organismo significa “no solo hacer que las estructuras y los mecanismos sean más eficientes, sino garantizar que la institución esté a la altura de sus verdaderos objetivos acordados en común, en lugar de convertirse en una herramienta de los poderosos”.
“Para ayudar al mundo a desarrollar la resiliencia a través de la esperanza, las Naciones Unidas deben predicar con el ejemplo, y los Estados, las entidades y el personal que componen la Organización tienen un papel clave que desempeñar para ayudar a dar ese ejemplo. La Santa Sede está decididamente comprometida a desempeñar su papel“, ha concluido el cardenal.