La catedral de San Marón, que se encuentra en el barrio de Retiro de la ciudad de Buenos Aires, fue atacada hace unos días y robaron algunas de sus pertenencias, profanando las hostias consagradas.
El secretario general del episcopado, Carlos Malfa, envió una carta en la que expresó su más profunda solidaridad ante el ataque y la profanación de la Santísima Eucaristía.
El obispo de Chascomús, pidió en nombre de todos los obispos, unirse en oración para la reparación del daño que sufrió la comunidad maronita, e imploró la misericordia de Dios ante el momento de dolor.
Según pudo constatarse, algunas personas que fueron grabadas por las cámaras de seguridad de las calles, ingresaron por una puerta lateral del templo, forzando el acceso y rompiendo ventanales. Robaron distintos elementos de gran valor religioso: crucifijos, objetos para el rito eucarístico y reliquias de la comunidad libanesa.
Según algunas fuentes policiales, no se descarta todavía ninguna hipótesis, aunque hay una probabilidad de que estos hechos estén vinculados a los robos de materiales de bronce, muy frecuentes en este último tiempo por el valor de la venta.
La Red de Respeto Religioso expresó que, aunque no está claro que se trate de un hecho con intención de odio religioso, los bienes robados tiene un carácter sagrado por lo que insistieron en que se lo clasifique en la legislación como “robo agravado”, y comprenda una sanción mayor al robo común.
El obispo de la comunidad católica maronita, Habib Chamieh, presidió la misa de desagravio por la profanación de las hostias que fueron tiradas al piso para adueñarse del copón y por el robo de las reliquias de San Charbel y Santa Rafka.
Estuvo presente en la celebración el flamante jefe de Gabinete, Juan Manzur, miembro de la comunidad libanesa; el embajador del Líbano en la Argentina, Johnny Ibrahim; y el director general de entidades y cultos de la ciudad autónoma de Buenos Aires, Federico Pugliese.