“Estamos haciendo es un esfuerzo de reestructuración de la deuda, de las parroquias y de la Diócesis y un esfuerzo de gastar menos”, ha explicado Antonio Gómez Cantero
“Todavía no estamos avanzando, tampoco nos tenemos que mentir unos a otros”. Son las palabras del obispo coadjutor de Almería, Antonio Gómez Cantero, al ser preguntado por el estado de las cuentas de la Diócesis tras haber encargado un plan de viabilidad económica a una empresa internacional. Y es que, tal como recoge Europa Press, el estado financiero de la Diócesis de Almería avanza “muy, muy lentamente”, de tal forma que las cuentas del Obispado se encuentran “igual” que cuando llegó el coadjutor.
“Estamos haciendo es un esfuerzo de reestructuración de la deuda, de las parroquias y de la Diócesis y un esfuerzo de gastar menos, intentar reordenar todo y, sobre todo, buscar las salidas que tiene que tener el poco dinero que tengamos sin olvidar la pastoral y el servicio de los más necesitados”, ha explicado el prelado.
Asimismo, Gómez Cantero ha aclarado que el plan encargado no se correspondería con una “auditoria”, y que fue presentado a los sacerdotes para su conocimiento. Asimismo, ha asegurado que las finanzas irán “mejor” dentro “unos años” también “con la ayuda de todos”.
Y es que, después de que el pasado mes de mayo el Papa otorgara al obispo coadjutor de Almería “los derechos, oficios y facultades” para gobernar la diócesis, Gómez Cantero daba comienzo la nueva etapa de la diócesis con una reunión con el clero almeriense para darles cuenta de la situación en la que se encuentra la Iglesia local.
Gómez Cantero fue nombrado coadjutor de Almería el pasado 8 de enero. Una decisión del Papa que le suponía, tal como el obispo expresaba en una carta, “sufrimiento” por tener que dejar la diócesis de Teruel y Albarracín. “Todas las llamadas del Señor exigen una conversión que comporta un sufrimiento implícito, un sacrificio, por la complejidad que nos supone salir de nuestro hábitat, ese espacio donde nos sentimos, tarde o temprano, acomodados”, escribía el prelado.
El cambio tuvo lugar en marzo. Entonces, el nuevo coadjutor aseguraba que su objetivo era, en primer lugar, “conocer mucho la diócesis, sobre todo conocer a las personas y luego los paisajes”.