“Hemos asistido a comentarios que pensamos que se han hecho sin la lectura del documento”, ha dicho Luis Argüello sobre la misiva de Francisco con motivo del bicentenario de la independencia mexicana
“Perplejidad”. Con esta palabra ha descrito Luis Argüello, secretario general de la Conferencia Episcopal Española, la sensación de la Iglesia en España tras el revuelo mediático en torno a la carta del papa Francisco enviada el lunes a la Conferencia del Episcopado Mexicano con motivo de la celebración del bicentenario de la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México para firmar el acta que declaraba la Independencia de la Nueva España y crear el nuevo ‘Imperio Mexicano’.
“Hemos asistido a comentarios que pensamos que se han hecho desde un titular, sin la lectura del documento. No es un documento largo. Es un folio. Va dirigido a la Iglesia de México, porque celebra los 200 años de su independencia. Fuera de ese contexto el documento no se entiende”, ha comenzado explicando el también obispo auxiliar de Valladolid durante su intervención en rueda de prensa con motivo de la finalización de la Comisión Permanente de la CEE, celebrada en Madrid del 28 al 29 de septiembre.
Sobre el contenido de la carta –entregada a los periodistas en mano–, Argüello ha destacado que la Iglesia, “en la tarea de evangelización, hace cosas bien y cosas mal”. “¿De qué puede sentirse orgullosa la Iglesia española?”, se pregunto, para luego responder: “De llevar a toda Iberoamérica una lengua y una religión”.
Por ello, una vez más, el prelado manifestó su sorpresa por “algunos comentarios editoriales asombrosos” que “dan pie a declaraciones de personas que han leído un titular y no han leído una carta de un folio”. “No quiero hacer juicios desde titulares de periódico, pero sí insisto en la apreciación de que estas declaraciones se han podido hacer sin leer la carta completa”, ha subrayado.
Desde aquí, ha invitado, aunque sin citar, a Vox, Ayuso y todos aquellos periodistas molestos con las palabras del Papa, a leer el texto, que, por otra parte, parafrasea a Juan Pablo II y Benedicto XVI, que también pidieron perdón durante sus pontificados por los “pecados” coloniales.
“No entiendo muy bien qué hace un Papa de nacionalidad argentina disculpándose en nombre de los demás”, decía el martes Iván Espinosa de los Monteros. El portavoz de Vox en el Congreso, quien subrayó la nacionalidad de Jorge Mario Bergoglio, ha defendido que los españoles tenemos “muchos motivos” para “sentirnos orgullosos de la historia de España”. “España ha sido ejemplar”, remarcó a boca llena.
Por su parte, la diputada de Vox Macarena Olona enmendaba la plana a la Iglesia católica, pues debería limitarse a “sus cometidos, que son extraordinarios” y dejar las cuestiones políticas para los políticos.
Pocas horas después, se unía a Vox la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: “A mí me sorprende que un católico que habla español hable así de un legado como el nuestro, que fue llevar el español, y a través de las misiones, el catolicismo y, por tanto, la civilización y la libertad al continente americano”. Así, reivindicó el legado de España en América frente a la “revisión maniquea de la Historia” que se estaría alentando con un crecimiento “alarmante” del “indigenismo y el populismo”.
La sorpresa la daba ayer Más Madrid, recriminando a Ayuso que le marque la agenda al Pontífice. La portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Mónica García, ha salido en defensa del Pontífice. “Ya la hemos visto en todo este tiempo insultar al presidente del Gobierno –Pedro Sánchez–, poner en un brete al Rey y lo que no nos imaginábamos es que iba a poner en el punto de mira también al Papa”, subrayó.
La realidad es que, en su misiva, el Papa calificó este bicentenario como una ocasión propicia para fortalecer las raíces y reafirmar los valores que los construyen como nación. En este sentido, el Santo Padre explica que, para fortalecer las raíces, es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país.
“Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado, que han sido muy dolorosos. Por eso, en diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”, recalcaba.