La ermita de Santa María se encuentra en Abruzzo, en la cima de una colina que domina el pueblo de Manoppello. Para llegar, se sube por un camino incómodo y aquí, frente a la verja de hierro forjado se detiene siempre un pequeño vehículo listo para el descenso.
Es el coche de la ermitaña Blandina Paschalis Schlömer, de 78 años, una monja que perteneció a la Orden de las Misioneras de la Preciosísima Sangre y después a la Orden de los Trapenses hasta el día en que pidió permiso para dejar la vida comunitaria y continuar con sus estudios sobre la Santa Faz de Manopello, ese velo ligero con la imagen de un rostro masculino de cabello largo y barba que se cree que corresponde al rostro de Cristo.
La madre superiora lo comprendió, pero le puso una condición: que fuera económicamente autosuficiente. Respondió de inmediato que sí, porque la supervivencia nunca había sido un problema para ella. Y así fue. Decidió encerrarse como ermitaña en Manoppello para demostrar a los fieles y al mundo entero que la imagen impresa en el fino velo de la Santa Faz y la de la Sábana Santa encajan perfectamente. Se ve es el rostro de Jesús.
Es una ermitaña moderna, tiene un coche, sin carné, porque nunca ha podido obtener el permiso y hace la compra. Tiene WhatsApp, Twitter y Signal, porque reconoce la importancia de las redes sociales y la comunicación y cree que sus estudios deben ser difundidos y compartidos.
Tiene una casa amarilla de dos pisos en cuya entrada hay tres cuencos para los tres gatos que cuida. En la planta baja está su estudio, los iconos, los ordenadores, la biblioteca y los obsequios de los peregrinos. Llegó aquí en 2003 pero esa increíble atracción por el rostro de Jesús siempre le ha acompañado desde que era niña.
Tiene ganas de hablar. “Antes, para mí solo existía la Sábana Santa, de la que había descubierto su existencia en 1965. De joven siempre me atraía la belleza exterior y me llevó un tiempo darme cuenta de que la verdadera belleza no está en lo externo. Me encontré con la Santa Faz por casualidad cuando leí un artículo de Renzo Allegri, el biógrafo del Padre Pío, en un semanario italiano”.
El artículo fue recogido por un periódico católico suizo en idioma alemán que se encontraba en el monasterio de las monjas trapenses en Alemania y que llegó a las manos de la joven hermana Blandina. “Leí, releí y reflexioné. Si la reliquia de Manoppello representa el rostro de Jesús, debe ser igual al de la Sábana Santa. Pegué la foto en la pared de mi celda, aunque la imagen me asustaba. Junto a la Santa Faz coloqué la imagen de la Sábana Santa y estuve pensando en ellas días y días. Escribí al Santuario de Manoppello pidiendo una fotografía en color más grande que ese recorte de periódico. En ese momento las similitudes me parecieron más visibles”.
Con una diferencia y es que en la Sábana Santa se representa a Jesús como muerto, mientras que en la Santa Faz está vivo y, aunque marcado por el martirio, tiene los ojos abiertos. Ha resucitado.
Sostiene que si la Sábana Santa es la tela que envolvió el cuerpo de Jesús en el sepulcro, el velo de Manoppello se colocó sobre la Sábana Santa. Y explica que en las dos reliquias las medidas son idénticas, que los hematomas, edemas, heridas de la frente, nariz y sangre coagulada están en el mismo lugar. “Seguí estudiando, pero necesitaba pruebas, otras pruebas. Todos desconfiaban de lo que decía, me tomaban por loca. Hice transferir las dos imágenes a una película y cuando las superpuse tuve la certeza de que era la misma cara porque todos los puntos encajaban perfectamente”.
Está recorriendo con entusiasmo el camino que la condujo hasta aquí, donde todos la quieren y la estiman, especialmente desde que en 2006 visitó el santuario Benedicto XVI. El Papa se detuvo a rezar frente a la Santa Faz. Los fieles leyeron en ese gesto y en la elevación del Santuario a basílica menor que tuvo lugar poco después, una señal implícita de reconocimiento.
“Siempre he insistido, he sido persistente, casi obsesiva. Conocí al padre jesuita Heinrich Pfeiffer, profesor de Historia del arte cristiano y miembro de la Comisión para el Patrimonio Cultural de la Iglesia. Vino a Manoppello y estudió la reliquia. Me dijo que la Santa Faz podía ser el paño original de la Verónica romana que se mostraba a los peregrinos en Roma y que se creía perdido”. Y que después, de acuerdo con varias hipótesis, fue donado a los frailes capuchinos de Manoppello, quienes lo conservan desde hace más de 500 años.
Otro estudioso, el padre Andreas Resch, religioso redentorista, analizó los datos y concluyó que las similitudes entre la Sábana Santa y la Santa Faz no son una coincidencia, los dos rostros pertenecen a la misma persona y son imágenes no creadas por la mano humana, aunque algunos sostienen que la Santa Faz es una pintura del siglo XVI de Alberto Durero.
“Quien no quiera obedecer a Dios y sus leyes nunca verá nada”, asevera Blandina. Cada vez que mira las dos imágenes, tiembla, otra señal según comenta.
“Casi he cumplido los 80 años, se han escrito libros y artículos científicos importantes, ha habido un interés muy fuerte por la Santa Faz, pero mi investigación todavía no ha atraído mucha atención”, lamenta. “Pero no importa, me interesa demostrar a los fieles que este es el rostro de Jesús, el mismo de la Sábana Santa”.
Y en Manoppello hay miles de peregrinos cada año, que visitan la basílica de la Santa Faz y después suben por el camino que conduce a la ermita de Santa María. Van a casa de la hermana Blandina.
*Reportaje original publicado en el número de septiembre de 2021 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva