“La COP26 de Glasgow está llamada, urgentemente, a ofrecer respuestas eficaces a la crisis ecológica sin precedentes y a la crisis de valores que vivimos, y así ofrecer una esperanza concreta a las generaciones futuras. Deseamos acompañarla con nuestro compromiso y nuestra cercanía espiritual”. Así lo ha expresado el papa Francisco hoy en su discurso durante el encuentro ‘Fe y ciencia: hacia la COP26’, promovido por las embajadas de Gran Bretaña e Italia y la Santa Sede.
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El Vaticano ha reunido a religiosos y científicos de todo el mundo, que firmaron un llamamiento para los participantes de la 26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático –COP26–, que se celebrará entre 31 de octubre y el 12 de noviembre. Francisco ha compartido con todos tres conceptos para reflexionar: la mirada de la interdependencia y del compartir, el motor del amor y la vocación al respeto. Estas son, según ha dicho, “las claves de lectura que me parecen iluminar nuestro trabajo para el cuidado de la Casa común”.
1. La mirada de la interdependencia y del compartir
“Todo está conectado, en el mundo todo está íntimamente unido. No solo la ciencia, sino también nuestros credos y nuestras tradiciones espirituales muestran esta conexión que existe entre todos nosotros y el resto de la creación. Plantas, aguas, seres animados son guiados por una ley impresa por Dios en ellos para el bien de toda la creación”, ha expresado.
Asimismo, ha recalcado: “Reconocer que el mundo está interconectado significa no solo comprender las consecuencias dañinas de nuestras acciones, sino también individuar comportamientos y soluciones que deben adoptarse con una mirada abierta a la interdependencia y al compartir. No se puede actuar solos, es fundamental el compromiso de cada uno por el cuidado de los demás y del ambiente, el compromiso que lleve a un cambio de rumbo que es muy urgente y que se debe alimentar también de nuestra fe y espiritualidad”.
Para Jorge Mario Bergoglio, “el encuentro de hoy, que une muchas culturas y espiritualidades en un espíritu de fraternidad, no hace más que reforzar la conciencia de que somos miembros de una única familia humana. Tenemos cada uno nuestra propia fe y tradición espiritual, pero no hay fronteras y barreras culturales, políticas o sociales que nos consientan aislarnos. Para iluminar esta mirada queremos comprometernos con un futuro modelado por la interdependencia y por la corresponsabilidad”.
2. El motor del amor
Según el Papa, “este compromiso se debe solicitar continuamente al motor del amor. La fuerza propulsora del amor no se ‘pone en marcha’ una vez para siempre, sino que va reavivada día a día; esta es una de las grandes aportaciones que nuestros credos y tradiciones espirituales ofrecen para facilitar este cambio de rumbo que nos hace tanta falta”.
Además, “el amor es espejo de una vida espiritual vivida intensamente. Un amor que se extiende a todos, más allá de las fronteras culturales, políticas y sociales; un amor que integra, también y sobre todo en beneficio de los últimos, quienes son muchas veces los que nos enseñan a superar las barreras del egoísmo y a romper las paredes del yo”, ha señalado el Pontífice.
“Es este un desafío que nos pone frente a la necesidad de contrastar esa cultura del descarte, que parece prevalecer en nuestra sociedad y que se sedimenta sobre aquellos que nuestro Llamamiento conjunto denomina ‘semillas de conflicto: avidez, indiferencia, ignorancia, miedo, injusticia, inseguridad y violencia’. Son estas mismas semillas de conflicto las que causan las graves heridas que provocamos en el ambiente como los cambios climáticos, la desertización, la contaminación o la pérdida de biodiversidad”, ha puntualizado.
Para Bergoglio, “este desafío a favor de una cultura del cuidado de nuestra Casa común y también de nosotros mismos tiene el sabor de la esperanza, porque no hay duda que la humanidad no ha contado con tantos medios para alcanzar este objetivo como los que tiene hoy”.
“Este mismo desafío se puede afrontar sobre varios ámbitos; en particular quisiera señalar dos: el ‘del ejemplo y la acción’, y el ‘de la educación’ –ha continuado–. En ambos ámbitos, nosotros, inspirados por nuestros credos y tradiciones espirituales, podemos ofrecer importantes aportaciones. Son muchas las posibilidades que surgen, como por otra parte pone en evidencia el Llamamiento conjunto, en el que se ilustran también varios recorridos educativos y formativos que podemos desarrollar a favor del cuidado de nuestra Casa común”.
3. La vocación al respeto
Por último, el Papa ha reconocido que “este cuidado es también una vocación al respeto. Respeto por la creación, respeto por el prójimo, respeto por sí mismos y respeto hacia al Creador. Pero también respeto reciproco entre fe y ciencia”.
“Un respeto que no es el mero reconocimiento abstracto y pasivo del otro, sino vivido de manera empática y activa, con el deseo de conocerlo y entrar en diálogo con él para caminar juntos en este ‘viaje común'”, ha subrayado.