Leonardo Boff ha conversado con Vida Nueva para hacer un balance de la teología de la liberación. ¿Qué tan vigente resulta esta corriente en tiempos postpandémicos y de nativos digitales? ¿Qué tan herética o profética resulta?
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El teólogo brasileño asegura que “el eje central de la teología de la liberación es la opción no exclusiva, pero preferencial, por los pobres, contra su pobreza y a favor de su liberación”
Por tanto –explica– esta opción que inicialmente es un encuentro espiritual con Cristo crucificado en los crucificados de este mundo, que pasa por un una indignación ética de condenación de esta iniquidad, termina con un empeño y compromiso desde de los pobres y con ellos por su liberación.
Nuestros hermanos menores
Para Boff “mientras exista un pobre en el mundo que grita bajo la injusticia de su situación, habrá siempre algún cristiano, que va levantarse y ponerse al lado del pobre para juntos aliviar su situación”.
No vacila en aseverar: “Dada la situación actual de gran pobreza y miseria de millones de personas, nuestros hermanos y hermanas menores, en el lenguaje de Jesús de Mateo 25, esta teología mantiene su vida y su permanente actualidad”.
“No comprender esto, significa no comprender la substancia y esencia de la teología de la liberación”, acota.
Una teología conservadora
Muchos han considerado que la teología de la liberación es una herejía, sin embargo, Boff sale el paso para indicar que “en términos dogmáticos la teología de la liberación es más bien conservadora”.
“No pone en jaque ningún dogma o doctrina. Ella no se presenta como una nueva disciplina teológica. Quiere ser una otra forma de hacer teología que es partir del grito del pobre, y hoy también del grito de la Tierra, ambos oprimidos y crucificados”, argumenta.
Más bien invita a quienes critican duramente esta corriente “a preguntarse por las causas que han generado esta situación sea a la luz de un conocimiento serio y critico posible o a luz de la Palabra de la Revelación especialmente de la tradicional del Éxodo, de los profetas y más fundamentalmente de la vida y de la practica del Jesús histórico y de sus apóstoles”.
En consecuencia, los cristianos deben comprometerse con “las víctimas de la pobreza que analíticamente aparecen como los empobrecidos”, porque “ellos son los sujetos y protagonistas de su liberación. La Iglesia y otros agentes eclesiales son aliados de los pobres, están con ellos y no solamente para ellos”.
Superar el asistencialismo
En cuanto a la posición de algunos partidos políticos –caso venezolano, cubano, nicaragüense, boliviano– que se han aprovechado de estas doctrinas liberadoras para servirse a sus intereses y ansías de poder, Boff hace una diferenciación.
Al respecto, advierte que se debe superar el asistencialismo y el paternalismo, que “no dejan de ser expresiones de compasión y de caridad cristiana, pero que los mantienen en su situación de pobreza”.
En este sentido, la teología de la liberación “cree en la fuerza histórica de los pobres, desde que tomen conciencia de su situación injusta y se organicen para prácticamente superarla”.
De hecho, “la centralidad dada por la teología de la liberación a los pobres del mundo, dio dignidad y respetabilidad a la Iglesia y le ayudó a ver la raíz evangélica de su opción por los pobres en favor de la justicia social”.
“Ayudó a todos a entender que lo opuesto de la pobreza no es la riqueza sino la injusticia, y solamente mediante la justicia social podrá haber una sociedad de libres y liberados”, finalizó.
Foto: CNBB