Francisco ha defendido la necesidad de fomentar, desde la educación, el respeto hacia todas las personas y hacia la creación
“Hacer crecer en el mundo la fraternidad universal”. Este es el objetivo por el cual Francisco puso en marcha su iniciativa del Pacto Educativo Global, y que ha aseverado hoy en su discurso a los representantes de las religiones, reunidos en el Vaticano bajo la convocatoria ‘Religiones y Educación: hacia un Pacto Educativo Global’.
“Si queremos un mundo más fraterno, debemos educar las nuevas generaciones ‘reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite'”, ha apuntado el Papa. Ha recordado, además, que “desde siempre las religiones han tenido una estrecha relación con la educación, acompañando las actividades religiosas con las educativas, docentes y académicas”. “Como en el pasado, también hoy, con la sabiduría y la humanidad de nuestras tradiciones religiosas, queremos estimular una renovada acción educativa que pueda hacer crecer en el mundo la fraternidad universal”, ha aseverado.
Asimismo, ha subrayado que, si bien las diferencias entre las religiones pudieron ser puntos de conflicto en el pasado, “hoy vemos en ellas la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios y para educar a las nuevas generaciones en la convivencia pacífica y en el respeto recíproco”. Por tanto, para Francisco, la educación “nos compromete a no usar nunca el nombre de Dios para justificar la violencia y el odio hacia otras tradiciones religiosas, a condenar cualquier forma de fanatismo o de fundamentalismo y a defender el derecho de cada uno a elegir y actuar según su propia conciencia”.
“Si en el pasado, también en nombre de la religión, se han discriminado las minorías étnicas, culturales, políticas o de otro tipo, hoy nosotros queremos defender la identidad y la dignidad de cada persona y enseñar a las nuevas generaciones a acoger a todos sin discriminación”, ha aseverado. Por tanto, la educación “nos compromete a acoger al otro tal como es, no como yo quiero que sea, como es, y sin juzgar ni condenar a nadie”.
Del mismo modo, ha recordado que “si en el pasado los derechos de las mujeres, de los menores, de los más débiles no han sido respetados siempre, hoy nos comprometemos a defender con firmeza esos derechos y enseñar a las nuevas generaciones a ser voz de los sin voz”, repudiando y denunciando “cualquier violación de la integridad física o moral de cada individuo”. “La educación nos debe hacer comprender que el hombre y la mujer son iguales en dignidad, que no haya discriminaciones”, ha añadido.
Asimismo, ha hecho un llamamiento a concienciar sobre el cuidado de la casa común desde la educación. “Si en el pasado hemos tolerado la explotación y el saqueo de nuestra casa común, hoy, más conscientes de nuestro papel de custodios de la creación que nos ha sido encomendada por Dios, queremos ser voz de la naturaleza que grita por su supervivencia y formarnos a nosotros y a las nuevas generaciones en un estilo de vida más sobrio y eco-sostenible”. Por tanto, la educación “nos compromete a amar nuestra madre tierra y a evitar el desperdicio de alimentos y recursos, así como a estar más dispuestos a compartir los bienes que Dios nos ha dado para la vida de todos”.