Un total de 216.000 menores sufrieron abusos por parte de sacerdotes y religiosos en Francia desde 1950 hasta 2020. Es la cifra que ha desvelado hoy el informe de la Comisión Independiente sobre los Abusos Sexuales en la Iglesia (Ciase), presentado hoy de la mano de la Conferencia Episcopal Francesa (CEF) y la Conferencia de Religiosos y Religiosas de Francia (Corref). Esta cifra sube a los 330.000 niños y niñas al contabilizar los abusos cometidos por laicos en ámbitos eclesiales (profesores de colegios católicos, catequistas, etc.).
Los dos años y medio de trabajo de la Comisión –formada por 22 expertos entre abogados, teólogos, psicólogos, historiadores…– concluyen con esta escalofriante cifra –30 veces superior a las 10.000 víctimas avanzadas días atrás–, revelada por el presidente de Ciase, Jean-Marc Sauvé, durante la presentación del informe. Según aparece negro sobre blanco, los abusos fueron “sistémicos” y la Iglesia mantuvo una “cruel indiferencia” con las víctimas.
En su opinión, asumir la responsabilidad por parte de la Iglesia implica una “reparación” económica. Asimismo, ha pedido llamar a los abusos por su nombre: “No podemos hablar de gestos inapropiado. Si sabemos cómo nombrar las cosas, podemos combatirlas adecuadamente”.
Como recoge el texto, de los 115.000 curas y religiosos censados en el país en los últimos 70 años, entre 2.900 y 3.200 han abusado de niños, siendo esta una “estimación mínima”. Es decir, un 3% de los consagrados han sido abusadores, pero en su mayoría ya han fallecido. Como ha destacado Sauvé, se trata de una media de 63 víctimas a manos de cada pederasta. Así, la mayoría de abusos se han producido en las zonas del país con menor número de fieles.
Los niños representan casi el 80% de las víctimas, con una alta concentración entre los niños de 10 a 13 años. Los abusos tuvieron lugar en un 56% en los años 1950-1969. Luego, “cayeron drásticamente” en los años setenta y ochenta, pero “se han mantenido” desde los noventa, según Sauvé.
“Espero que estemos confrontados a esta carga, por muy negra que sea, para que podamos luego adoptar las medidas que se impongan”, dijo durante su intervención Véronique Margron, presidenta de la Corref. “Que la Iglesia y la vida religiosa, que no tienen otra finalidad que dar testimonio de esta vida sobreabundante que viene de Dios, pudo haber traído la muerte, y la muerte en masa, es intolerable. Y nos hace eminentemente responsables”, ha señalado entre aplausos. Y ha añadido: “Son crímenes de lesa humanidad”.
Eric de Moulins-Beaufort, presidente de la CEF, ha calificado el informe de ” severo”, pues describe una situación “espantosa”, que “supera lo que podríamos suponer”. A las víctimas “les expreso mi vergüenza así como mi determinación de actuar con ellas para que desaparezca la negativa a ver, a escuchar, el deseo de esconder u ocultar, la renuencia a denunciar públicamente”. “Mi deseo hoy es pedirle perdón”, ha agregado el arzobispo de Reims finalizando su intervención sin recibir ni un tímido aplauso.
Por su parte, François Devaux, fundador de la asociación de víctimas La Parole Libérée, se ha dirigido visiblemente enfadado a los obispos: “Vosotros sois una vergüenza para nuestra humanidad, habéis pisoteado la obligación de proteger la vida y la dignidad de la persona, que es la esencia misma de vuestra institución. Deben pagar por todos estos delitos”.