La mayoría de los delegados aprueban los primeros borradores en la segunda asamblea que se ha celebrado de forma presencial durante tres días en Fráncfort
Mientras en el Vaticano se preparan para iniciar el proceso de preparación al Sínodo de los Obispos con reuniones regionales, en Alemania se ha reunido la segunda asamblea de su Camino sinodal. 230 laicos, clérigos y obispos han debatido durante tres días, hasta el 2 de octubre, en Fráncfort y aprobado los primeros borradores con las propuestas de reforma para la Iglesia en el país; aunque algunas deliberaciones tuvieron que ser pospuestas ya que el hecho de que algunos se marcharan antes de la reunión o no quisieran votar impidió que hubiera el quorum necesario en la tarde del sábado.
Más allá del caos en el que acabó la reunión, una hora antes de lo previsto, Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, señaló que en el foro “se han debatido textos que no son sólo textos, sino sueños puestos en palabras de cómo queremos cambiar la Iglesia en Alemania: una iglesia participativa, con igualdad de género y que acompañe el camino de la gente”. Y es que la agenda es ambiciosa, si bien en este segundo encuentro presencial ya se han discutido 13 de los 16 textos –y 12 borradores aprobados a la primera– que en principio están en relación con los temas del sínodo: la gestión y el reparto del poder frente al clericalismo, el papel de la mujer en la Iglesia, la moral sexual y la cuestión del celibato de los sacerdotes. Ahora bien, ante lo ajustado de la discusión y el propio retraso que lleva el calendario, el comité ejecutivo ha decidido prolongar el Camino Sinodal añadiendo una quinta asamblea final a principio de 2023. Precisamente, de esta manera se iría en sintonía con el sínodo vaticano en la última fase.
Las sesiones han sido transmitidas en directo, la colocación en la sala fue por estricto orden alfabético –algo que para algunos ha sido “demasiado protestante”– y las intervenciones no podían superar los dos minutos. El texto más avanzado es el de que propone una nueva organización del poder diocesano, suscitando un debate el papel de los laicos en el proceso de nombramiento de un obispo. Algo que, según algunos delegados, evitaría casos como los relacionados con la gestión de abusos en las diócesis de Colonia y Ratisbona. Los prelados de ambas diócesis no respondieron a estas acusaciones a pesar de estar en la asamblea. Se presentaron además documentos sobre la atención a las víctimas o la percepción social de los sacerdotes. Los textos han tenido respaldos de entre el 76% y el 92%, lo que ha sido alabado por los participantes, a pesar de algunos boicots internos.