“Le pido sinceramente que suspenda la ejecución prevista del señor Ernest Johnson”: esta es la petición que el nuncio apostólico en Estados Unidos, el arzobispo francés Christophe Pierre, dirigió a Michael L. Parson, gobernador republicano del estado norteamericano de Missouri. Desvelada el viernes 1 de octubre en Twitter por la hermana Helen Prejean, una monja especialmente implicada en la lucha contra la pena de muerte, esta petición se hizo “en nombre” del papa Francisco.
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A sus 61 años, Ernest Johnson fue condenado a muerte por un tribunal de Missouri por la muerte violenta de tres personas en 1994 durante un robo. Su ejecución estaba prevista para el martes 5 de octubre y todos los recursos legales habían fracasado, uno tras otro. Por ello, el nuncio apostólico apeló directamente al gobernador, que tiene derecho a conceder la clemencia.
La “santidad de toda vida humana”
La petición de indulto para Ernest Johnson, explica el obispo Pierre en su carta, “no se basa en los hechos y circunstancias de sus delitos”, que merecen “un castigo severo”. El indulto tampoco se solicitó por la “dudosa capacidad intelectual” del condenado; de hecho, los abogados de Ernest Johnson sostenían que es un discapacitado mental y que, por tanto, no puede ser ejecutado, pero esta opinión fue rechazada. Más bien, es por “la humanidad del señor Johnson y la santidad de toda vida humana” por lo que el representante del papa en Estados Unidos pidió el indulto.
Para el nuncio, el argumento es aún más fuerte porque Missouri “ya ha tomado posiciones valientes a favor de la dignidad de la vida, incluso en sus primeros y más vulnerables momentos”. El estado está intentando aprobar leyes de aborto más restrictivas. Y según monseñor Pierre, “rechazar la pena de muerte en el caso del señor Johnson sería un reconocimiento igualmente valiente de la dignidad inalienable de toda vida humana”.
El precedente de 1999
Como señala el periodista Olivier Bonnel en Twitter, es “extremadamente raro” que se haga pública una solicitud de indulto de este tipo hecha en nombre del Papa, sobre todo antes de que se haya tomado una decisión o se haya ejecutado la sentencia. También recordó que en 1999, Juan Pablo II hizo una petición similar, también al entonces gobernador de Missouri. Este último accedió a la petición del papa.
Si bien sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI ya fueron muy críticos con el uso de la pena de muerte, el papa Francisco ha ido más allá. En 2018, pidió que en el Catecismo de la Iglesia Católica se diga que este tipo de sentencia es “inadmisible”. También exigió que se escribiera que la Iglesia “se compromete de forma decidida a su abolición en todo el mundo”.