Junto con el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, el cardenal Jean-Claude Hollerich, como relator general del sínodo de la sinodalidad ha saludado a los presentes en el encuentro de Reflexión con el que ha dado inicio en el Vaticano esta nueva cita que comprende una amplia consulta en todas las diócesis del mundo. “Cuando caminamos, alguien tiene que elegir la dirección del viaje. Este papel corresponde al Espíritu Santo”, destacó.
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Un viaje juntos
El arzobispo de Luxemburgo definió el sínodo como “un gigantesco rompecabezas en el que todos pueden participar, especialmente los más pobres, los que no tienen voz, los que están en la periferia. Si excluimos a cualquier jugador, el rompecabezas no estará completo. Es el Espíritu Santo el que inspira nuestras intervenciones y nos lleva a completarlas”, añadió.
“Vamos a empezar un viaje juntos, una Iglesia, un viaje en el que los Pastores tienen que escuchar la voz de las ovejas”, destacó. “La escucha es el paso de un “yo” a un “nosotros”. Escuchar es una cualidad divina”, añadió. “Las páginas están en blanco, vosotros tenéis que rellenarlas. Lo único que puedo decir es que no lo haré solo, un instrumento de trabajo sobre la sinodalidad sólo puede provenir de un trabajo en equipo”, apuntó sobre su tarea de relator.
La comunión es la garantía de la participación
“No somos los dueños del Evangelio, somos sus servidores. Nuestra escucha debe incluir siempre nuestra conversión al Evangelio, al Evangelio que es al mismo tiempo la palabra viva de Cristo y la palabra de la Iglesia”, interpeló directamente a los obispos. “El camino sinodal en la diócesis debe abrirse con una oración verdadera y profunda.Sólo la oración puede llevarnos a una actitud interior de apertura y disponibilidad (lo que se llama indiferencia) y a la paz para tomar decisiones en libertad”, recomendó.
Ante los actos iniciales de este proceso sinodal, destacó que “podemos ver la Iglesia jerárquica en funcionamiento. También podemos ver aquí una garantía de catolicidad, es decir, de la universalidad del Sínodo, una garantía de que no estamos en camino sólo con un grupo de amigos que piensan como yo. Volviendo a la imagen del rompecabezas, éste sólo estará completo cuando los jugadores de los diferentes continentes, de las diferentes realidades eclesiásticas, hayan unido sus piezas”. “La comunión es la garantía de la participación y la participación universal”, sentenció. Y advirtió que “la comunión sin misión no durará en el tiempo”.