La exposición temporal Los santos Pedro y Pablo de Rafael y Fray Bartolomeo, un homenaje a los patronos de Roma, supone un hito para los Museos Vaticanos: es la primera que se abre al público tras el obligado cierre por la pandemia. “Es un día de celebración tras un período muy difícil”, describe Barbara Jatta, su directora.
- ?️ El Podcast de Vida Nueva: Los ermitaños existen
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“No es el momento de grandes exposiciones –añadió durante la presentación el pasado 26 de septiembre–, pero retomarlas con el hallazgo de un cuadro de Rafael es un privilegio”. Jatta resume así la gran aportación de la muestra: el San Pedro hasta ahora atribuido al fraile Baccio della Porta –reconocido con Fray Bartolomeo– es obra de Rafael, que lo pintó a partir de los cartones preparatorios que el dominico dejó antes de que una repentina crisis le hiciera volverse a Florencia.
“Fray Bartolomeo estaba quizás muy abrumado, inquieto incluso, por la belleza y el poder de tanta pintura, por todo el arte de Roma. Rafael, solo después de la muerte de Fray Bartolomeo, en 1517, completa el cuadro de San Pedro en honor al gran maestro, a quien debía mucho”, explica Jatta.
Pero la exposición no es únicamente excepcional porque reúne, junto a los retratos de San Pedro y San Pablo –este sí acabado por Fray Bartolomeo, uno de los grandes nombres del Renacimiento florentino–, los dibujos y cartones preparatorios procedentes de la Galería de los Uffizi; sino porque supone, además, la reanudación de la actividad expositiva.
Volver a empezar
Eso significa que los Museos Vaticanos comienzan a respirar. “El limitado flujo de personas no nos permite tener el número de visitantes que teníamos antes. Por el momento, aún se puede disfrutar de una maravillosa visita en paz y tranquilidad”, asume la directora.
Y es que 2020 significó un enorme lastre, con un 80% menos de visitantes, para la gran fuente de ingresos de la Santa Sede. Solo un 5% de estos ingresos procedía de tiendas y restaurantes. Todo los demás, de las entradas. “Al menos hemos contado con el apoyo de nuestros patronos –reconoce Jatta–, nunca antes nos habían ayudado tanto. En cualquier caso, debemos mirar al futuro con esperanza y, desde luego, con la voluntad de volver a empezar”.
Un público nuevo
En la última década, los siete kilómetros que recorren el esplendor de la Capilla Sixtina, las estancias de Rafael, el Laocoonte y sus hijos y todas las estatuas romanas del Patio Octogonal, los museos Egipcio y Etrusco, el Gregoriano Profano y el Pabellón de Carruajes, pasaron de dos a seis millones de visitantes anuales. En 2020, solo lo hicieron 1,3 millones, un 81,1% menos. Poco a poco, vuelven los visitantes. 66.000, por ejemplo, en el mes de junio, una cifra que antes de la pandemia se sumaba en tres días.
La gran sorpresa son los jóvenes. “Trabajamos mucho con las redes sociales en el período de cierre y, desde la reapertura, ha venido mucha gente joven de forma inesperada, cosa que nunca tuvimos aquí. Sembramos semillas en un público que aún no se había acercado a nosotros, y ha dado sus frutos: las nuevas generaciones han aparecido”, explica en la revista Panorama.