Es la historia de muchas mujeres kukama que viven en las orillas del río Marañón, contaminado por la actividad petrolera desde hace 50 años
“¿Quién sufre en el Marañón? Nosotras las mujeres nosotras las madres del Marañón, somos quienes sufrimos aquí, con nuestra agua contaminada, con nuestros hijos que sufren enfermedades, son sus cuerpitos llenos de plagas”. Es el clamor de Celia Fasabi, indígena kukama, en el departamento de Loreto (Perú), cuando este 12 de octubre se conmemora otro Día de la Hispanidad o el descubrimiento de América.
Ella es integrante de la federación de mujeres kukama Huaynakana Kamatawara Kana, que ha interpuesto una demanda ante el Estado peruano para que el río Marañón, sea declarado un sujeto de derechos.
Para ello argumenta: “Nuestro río está bien contaminado, hasta nuestros peces están contaminados. Y nuestros hijos se alimentan de esos peces, sus barriguitas se hinchan, están llegando a la desnutrición. No se sabe qué tipo de contaminación tenemos, quizás nuestro cuerpo tiene plomo y no lo sabemos”.
Es un clamor que sale de las entrañas del río Marañón –así complementa Daniela Andrade, comunicadora de la red de Iglesias y Minería– su historia, es la historia de muchas mujeres, de muchas familias kukama que viven en las orillas de este río, en la profundidad de la selva peruana.
De hecho, se trata de un territorio lotizado y puesto en venta desde hace alrededor de 50 años para las empresas petroleras. “Cuentan las abuelas y los abuelos que la Purawa, la Madre del Río, se enoja y se va por causa de las betas negras del petróleo que se vierten sobre sus aguas”, explica Andrade.
Por eso, prosigue la comunicadora: “Celia como madre, guarda el equilibrio y la armonía, permite la sanación, en sus aguas los espíritus que curan se comunican con los grandes médicos kukama. Los ríos son seres, son los portadores de la historia. El río Marañón además guarda la memoria de este pueblo, que ha sufrido los grandes impactos del modelo extractivo y colonizador”.
“La espiritualidad kukama, como la de muchos pueblos amazónicos revela, que en sus profundidades existen ciudades, donde habitan los familiares y seres queridos. El río es un espacio sagrado y la garantía de la existencia”, acota.
La Iglesia y organizaciones de apoyo legal acompañan y respaldan esta petición, por lo que Miguel Ángel Cadenas, obispo vicario de Iquitos, respalda esta demanda, porque “creo que significa estar en los primeros puestos de la defensa de la naturaleza y de los pueblos indígenas”.
Son más de 20 años en los que el prelado ha acompañado la defensa del río Marañón, por tanto “para la iglesia, es un sueño que hemos ayudando a tener y que hemos venido sembrando la idea”.
Cabe recordar que “en el documento final del Sínodo de la Amazonía (#74 y # 84), la Iglesia recoge la mirada de los derechos de la naturaleza y esto se hace prioritario cuando se habla de defender la vida y el futuro de los pueblos indígenas y de las próximas generaciones”.
En este sentido, la Iglesia refrenda este camino, desde la parroquia, iniciando procesos de formación a líderes, como Mariluz Canaquiri que hoy encabeza la federación de mujeres, han apoyado en procesos organizativos a través de Radio Ucamara, una de las radios del vicariato, donde se realiza la labor pastoral desde la memoria y la cultura kukama.
Por tanto, el prelado ha destacado “la importancia de estar informados e informando a la comunidad sobre los avances y las novedades del proceso de demanda. Una demanda como esta, es significativa en la región panamazónica, donde se experimentan amenazas similares”.
“Esta experiencia podría ser una referencia para otros vicariatos y movilizar a la iglesia universal a trabajar en conjunto para visibilizar, incidir y acompañar la defensa de la Amazonía”, indicó.
Foto: Red Iglesia y Minería