Francisco ha reconocido las virtudes heroicas del que fuera director espiritual del Seminario diocesano de Orihuela
Durante la audiencia concedida al cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el papa Francisco ha autorizado la promulgación del decreto que reconoce las virtudes heroicas del español Diego Hernández González. Sacerdote diocesano, actualmente Siervo de Dios, nacido el 25 de diciembre de 1914 en Javalí Nuevo (Murcia) y fallecido el 26 de enero de 1976 en Alicante.
Con diez años ingresó en el Seminario diocesano San Fulgencio de Murcia. Tal vez su fama de santidad comenzase aun en vida cuando, de modo heroico, recién iniciada la guerra civil española, salvó las especies eucarísticas del incendio provocado en la iglesia de su pueblo natal. Varios días después de esto, fue detenido y condenado a tres años de cárcel y trabajos forzados.
Finalmente, Diego Hernández fue ordenado sacerdote en Barcelona el 9 de junio de 1940, y ejerció su ministerio sacerdotal en Murcia y Villena (Alicante). En 1954 asumió el cargo de director espiritual del Seminario diocesano de Orihuela. Falleció el 26 de enero de 1976, y su causa de canonización fue introducida el 25 de enero de 2002. La clausura de la investigación diocesana tuvo lugar el 27 de febrero de 2004, llegando esta a principios de marzo del mismo año a la Santa Sede.
Se puede decir que Diego Hernández fue uno de esos “santos de la puerta de al lado” de los que tanto habla Francisco. Así lo expresan múltiples testimonios de quienes le conocieron en vida, como el de uno de sus compañeros en el cautiverio durante la Guerra Civil: “Diego fue un verdadero Santo, ya que desde que nació era la bondad personificada, caritativo, humilde, pobre y cristiano ferviente, todo esto antes de ser sacerdote; mas después de ser Ministro del Señor, fue sacerdote ejemplar, humanitario, ejerciendo su ministerio como Dios lo manda, y puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que Diego desde que tuvo uso de razón oyó la Palabra del Señor que le dijo: “Si quieres seguirme coge tu cruz y sígueme”, y así lo hizo”.