33 días duró el pontificado de Juan Pablo I, pero bastaron para cimentar la fama de santidad de Albino Luciani. Una fama que dio sus primeros pasos cuando su sucesor, Juan Pablo II, le declaró Siervo de Dios en 2003 y, más tarde, Francisco le proclamaba venerable en 2017. Hoy, tal como ha confirmado la Santa Sede, el Papa ha aprobado el milagro necesario para su beatificación, que tendrá lugar en una ceremonia cuya fecha aun no se ha confirmado.
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Todo se ha concretado esta mañana durante una reunión mantenida entre el Papa y el cardenal Marcelo Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, en la que Francisco ha dado su aprobación a promulgar el decreto por medio del cual se reconoce el milagro atribuido a la intercesión de Juan Pablo I.
El milagro en cuestión consiste en la curación extraordinaria de una niña de 11 años en Buenos Aires (Argentina), que tuvo lugar en 2011. La pequeña sufría una “encefalopatía inflamatoria aguda severa, enfermedad epiléptica refractaria maligna, shock séptico”, lo cual la había llevado a ser desahuciada por los médicos. Fue el párroco del hospital quien animó a los familiares a invocar al papa Luciani, de quien se declaraba muy devoto.
Un corto pontificado
Albino Luciani es el último pontífice italiano hasta la fecha, y el último de la larga sucesión de papas de esta nacionalidad en un transcurso de más de cuatro siglos y que inició con Clemente VII en 1523. Tras su muerte repentina, fue sucedido por el polaco Karol Wojtyla.
Nació el 17 de octubre de 1912 en Forno di Canale (hoy Canale d’Agordo, Italia). Fue ordenado sacerdote en 1935 y, en 1958, fue nombrado obispo de Vittorio Veneto. Participó en el Concilio Vaticano II, ante el cual se mostró favorable y entusiasmado. Fue nombrado patriarca de Venecia por Pablo VI a finales de 1969 y, en marzo de 1973 lo creó cardenal. Tras la muerte de Pablo VI, fue elegido Papa el 26 de agosto de 1978.
