Caminar juntos es esencial para la Iglesia. Lo ha subrayado el papa Francisco en diversas oportunidades. Esta convicción ha tenido eco en la apertura del proceso sinodal 2021-2023 y ha estado presente también en los pasos que viene dando el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en torno a su renovación y reestructuración, lo mismo que en cada una de las etapas de la I Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, próxima a celebrarse en México, del 21 al 28 de noviembre de 2021, en modalidad presencial y virtual simultáneamente.
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“La sinodalidad no es una moda, es más bien la puesta en práctica del Concilio Vaticano II”, acentuó el teólogo argentino Carlos María Galli en la reunión de todos los miembros de las comisiones del Sínodo, el pasado 12 de octubre, cuando se refirió a la metodología usada por el CELAM para el Sínodo de la Amazonía y para la Asamblea Eclesial, y abogó por que se respeten “las ‘perlas finas’ del Pueblo de Dios” que emergerán de la fase de escucha, de modo que se conserven, sin más, “las formulaciones que hará el propio Pueblo de Dios, evitando fragmentarlas”, porque “todos son protagonistas, nadie puede ser considerado un mero figurante”, como ha dicho Francisco a los fieles de la diócesis de Roma.
Para Mauricio López Oropeza, director del Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral (CEPRAP) del CELAM y quien fuera secretario ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), “el principal aporte que el Sínodo de la Amazonía le ha dado no solo a este nuevo Sínodo sobre sinodalidad, sino a toda la Iglesia, es llevar a la práctica la perspectiva de la periferia al centro que el Papa Francisco tanto nos ha pedido e interpelado”.
Novedad absoluta
De acuerdo con López, también miembro de la Comisión metodológica del Sínodo 2021-2023, “esta lógica se tornó un vehículo concreto, una metodología específica, para que la vida entregada, profética y encarnada de diversos rostros de la Iglesia, en esta región del continente, tuviera un foro para expresar sus denuncias y sus anuncios, para iluminar el centro y ayudar a que se pueda mirar con otro horizonte y con una claridad que es perfectamente fiel al Evangelio, pero que presenta una novedad absoluta”.
Con un proceso de escucha inédito, el Sínodo de la Panamazonía consolidó la participación de más de 80.000 personas, en general, y más de 20.000 de modo directo, a través de asambleas, foros temáticos, ruedas de conversación, encuentros parroquiales, entre otros, que nutrieron el Instrumentum laboris, fuertemente arraigado en las voces y en los testimonios de la población.
“Hemos podido vivir la perspectiva del desborde a la que el Papa nos ha invitado, trayendo al Sínodo voces que irrumpen desde realidades inesperadas, improbables, y que ayudan a configurar todo el proceso sinodal, incluyendo la participación directa de hermanos y hermanas indígenas en la Asamblea, con un rol en los círculos menores y con muchas otras contribuciones que posteriormente se han vinculado también a la implementación del Sínodo en los territorios. ¡Todo un hito!”.
Ante la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, el CELAM sabe que “se trata de una experiencia inédita, pero sustentada en muchas experiencias, dada la historia que tenemos como Iglesia, caminando juntos en otros procesos sinodales”, como ha afirmado el secretario general adjunto, David Jasso, al destacar que “la Iglesia se ha movilizado en medio de la pandemia, el Espíritu ha estado soplando con fuerza, y hemos recibido ese viento que anima e impulsa”.