La pintura, la escultura, la orfebrería de los virreinatos americanos, y especialmente los que aún son testimonios de la fe católica, surcaron un extraordinario viaje de ida y vuelta. El Museo del Prado los reúne en ‘Tornaviaje. Arte iberoamericano en España’, una exposición magistral y necesaria.
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“El objetivo principal es visibilizar el elevado número de obras de arte que, provenientes de América, se conservan en instituciones culturales, espacios religiosos o colecciones de nuestro país. Estas piezas, llegadas en distintos momentos de la historia, forman parte de nuestro patrimonio en la actualidad, a veces sin que identifiquemos las razones de su presencia”, como describe el comisario, Rafael López Guzmán, catedrático de la Universidad de Granada.
De las 107 piezas que exhibe el Prado, más de la mitad –al menos 65–, son imágenes, iconografías, lienzos en su mayoría, pero también tallas, platería, joyas, procedente de parroquias y conventos de diócesis como San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, Cádiz-Ceuta, Sevilla, Córdoba, Palencia, Osma-Soria, Calahorra y La Calzada-Logroño, Vitoria, Santiago o Madrid, entre otras.
Obras religiosas que permanecen al culto y que hasta el 13 de febrero ocuparán las salas A y B del edificio de los Jerónimos como “parte indisoluble de nuestro relato histórico nacional”, en palabras de Javier Solana, presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado.
Atlas devocional
Otras piezas, también devocionales, provienen de las Colecciones Reales, del propio Museo del Prado, del Museo de América, del Museo Nacional de Escultura, entre otros. Rafael López Guzmán, junto a Jaime Cuadriello y Pablo F. Amador, miembros del Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), han hecho un ingente esfuerzo por ordenarlas indagando en las razones de su “regreso” a España, sobre todo en los siglos XVII y XVIII, remitidas por indianos y órdenes religiosas.
Todas son de origen americano: México, Perú, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Colombia y Cuba. Todas hablan de un elocuente “proceso evangelizador y de hibridación cultural”, que devolvió la fe marcada con una “impronta indiana”.
Devociones que llegaron desde España a Iberoamérica y que volvieron plasmadas por artistas indígenas o mestizos, como Juan Correa o Cristóbal de Villalpando. Piezas que a menudo también presentan materiales y técnicas, incluso temas, desconocidos en España. El Museo del Prado configura así un verdadero “atlas devocional” del Nuevo Mundo conservado en iglesias, conventos y museos españoles, con el imponente Cristo de la Veracruz (1550) de la parroquia de San Pedro (Carmona, Sevilla), tallado en cedro, como una de las primeras obras manufacturadas allende el mar que llegaron a la Península.