La Dimensión Episcopal de Pastoral de la Movilidad Humana dijo que la autoridad ha recrudecido sus acciones de contención a los flujos migratorios, y se aleja cada vez más de una visión humanitaria
Los obispos de México, a través de la Dimensión de Pastoral de Movilidad, denunciaron que el Gobierno de México ha delegado a las casas del migrantes de la Iglesia católica, de otras Iglesias y de la sociedad civil, la responsabilidad de atender la crisis migratoria que se vive en el país, y ha sido omiso en cumplir con el mandato de promover y defender los derechos humanos de todas las personas, establecido en el artículo primero de nuestra Constitución Política de México.
A través de un comunicado firmado por el obispo de Ciudad Juárez y responsable de la Dimensión Episcopal de Pastoral de la Movilidad Humana, José Guadalupe Torres, la Conferencia del Episcopado Mexicano lamentó la actual política migratoria del gobierno mexicano que –dijo- ha recrudecido sus acciones de contención a los flujos migratorios, y se aleja cada vez más de una visión humanitaria para la atención integral de las personas en contexto de migración.
Lo anterior –denunció el episcopado- ha derivado en violaciones a los derechos humanos de estas personas: secuestros, desapariciones forzadas, homicidios, detenciones ilegales, hacinamientos, por mencionar algunos. “Consideramos que el Gobierno de México ha evadido su responsabilidad de proteger y garantizar el ejercicio de los derechos humanos de las personas en situación de vulnerabilidad, como lo son las personas migrantes”.
Por ello, hicieron un llamado a los tres niveles de gobierno a establecer alternativas urgentes a la detención y a la regularización migratoria, para encontrar caminos más humanos y sin violencia a través del cual puedan transitar las personas migrantes.
“Hacemos un respetuoso pero enérgico llamado al Gobierno de México, para que su política migratoria abandone la represión hacia las personas migrantes, y cumpla con la encomienda constitucional de hacer efectivos los derechos humanos de todas y todos”.
“No queremos que se repitan más ‘san fernandos’ o más ‘cadereytas’, no queremos ver más muertes ni dolor, no queremos un México en donde se separen a las familias migrantes (…) No queremos un México en donde se trafique con el cuerpo y el dolor de personas extranjeras que decidieron migrar para encontrar una vida mejor”, apuntaron los obispos.
“Es por esto que exhortamos al pueblo de Dios junto con sus pastores a mantener el espíritu de hospitalidad, de acogida y de hermandad para que todos juntos, pastores y pueblo de Dios sepamos acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes como miembros de una sola familia para que construyamos un nosotros cada vez mas grande, donde no haya divisiones ni discriminación de nadie sino que al contrario sepamos enriquecernos con la diversidad de hermanos y hermanas, hijos de un mismo Padre”, concluyeron.