Conscientes del desafío que supone la administración de los bienes patrimoniales de la Iglesia, Vida Nueva ha ofrecido esta tarde el seminario online ‘7 pecados virtudes de la gestión patrimonial’ de la mano de Alveus, un proyecto respaldado por la experiencia de ETS Asset Management Factory, la Empresa de Asesoramiento Financiero (EAF) líder en España, una entidad familiar con 30 años de experiencia en ofrecer asesoramiento financiero, gestión cuantitativa y tecnología para instituciones en América Latina, Europa, Asia.
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El curso, ofrecido a todo aquel interesado en optimizar sus recursos financieros desde un plan de trabajo acorde con la Doctrina Social de la Iglesia, ha estado especialmente enfocado a superiores mayores y ecónomos de institutos de vida consagrada, administradores diocesanos, titulares de fundaciones, asociaciones y ONG eclesiales.
“Estamos en el pontificado de la transparencia. Francisco nos ha estado mandando mensajes de cómo debe ser la economía de la Iglesia, y cómo se debe administrar de forma ética y de acuerdo a su Doctrina Social”, ha dicho
Rocío Martínez, de la dirección general de Alveus, quien ha advertido, además, que “el 100% de las congregaciones religiosas que hemos auditado últimamente estaba pagando más del doble de lo debido en comisiones y ninguna de ellas invertía según la Doctrina Social de la Iglesia”.
“Muchas veces estas instituciones no conocen el mundo financiero, y no tienen más remedio que desenvolverse en él”, ha explicado. Por eso, el objetivo de Alveus no es otro que “ayudar a todas las instituciones que lo necesiten a alinear su gestión con la misión”.
Los 7 pecados de la gestión
Por su parte, Ignacio Peche, miembro del departamento de Desarrollo de Negocio de Alveus, ha desgranado los 7 pecados de la gestión patrimonial de la Iglesia, proponiendo, a su vez, las alternativas a los mismos.
1. Desalineación entre la administración y la misión
Para ello proponen la “personalización”, es decir, “alinear las estrategias de inversión con las necesidades” de cada organización, sin perder de vista que “la rentabilidad no puede ser el único objetivo a tener en cuenta”.
2. Falta de planificación
“A partir de los objetivos que nos marcamos a la hora de alinear la economía a la misión, debemos hacer un plan”, ha señalado Peche. “Sin un plan, no hay control. Improvisar nos puede llevar al error, y esto puede comprometer la sostenibilidad de la misión”, ha subrayado, invitando, además, a hacerse estas preguntas: “¿Son suficientes los recursos? ¿Están correctamente empleados?”
3. Falta de independencia
“Las entidades financieras siempre van a velar por sus intereses”, ha apuntado. Para ello, propone estar atentos a estas situaciones y rodearse de asesores que favorezcan esta independencia.
4. Ética
“La ética no solo atañe a las inversiones, sino también al asesor”, ha señalado Peche. “Por eso, creemos que debemos rodearnos de personas afines en la fe, que se rijan por los mismos principios que nosotros, que tengan nuestros mismos valores. Es tan importante el rendimiento del patrimonio como que la gestión se rija por los principios éticos de la misión”.
5. Costes elevados
La gestión patrimonial implican varios tipos de costes. “Muchos de ellos son naturales y necesarios para el buen funcionamiento de la cartera de inversiones”, ha indicado el experto. Sin embargo, ha advertido que “hay otros que son excesivos, como los derivados de trabajar con varias entidades financieras”. También proponen “negociar con las entidades, contratar clases más económicas, invertir en líneas directas y evitar los fondos de la propia entidad o con retrocesiones”.
6. Opacidad
Al tener el patrimonio dividido en varias entidades, puede darse el caso de que no se disponga “de un resultado único o patrimonio único, sino distintas informaciones según la entidad. Esto imposibilita ver la cartera como un todo”. Por ello, desde Alveus animan a las instituciones de la Iglesia a centrar su patrimonio en una única entidad.
7. Necesidad de formación
“El asesor financiero debe jugar un papel muy importante en la gestión de bienes de la Iglesia”, ha concluido Peche, aseverando que “la colaboración de un gestor en ningún caso debe impedir que los responsables de la gestión frenen su formación”.