La última carta de Benedicto XVI no puede interpretarse como que “ya no tenga ganas de vivir; al contrario”. Así lo afirma el secretario personal del papa emérito, George Gänswein, en declaraciones al diario Bild. Según el arzobispo, Joseph Ratzinger está “alegre” pese a la misiva enviada tras la muerte de un amigo en la que afirmaba que esperaba unirse “pronto” a él.
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Para Gänswein, la carta “tiene buenas intenciones y viene del corazón”. Asimismo, reconoce que, por supuesto, Benedicto XVI se prepara conscientemente para la muerte: “El arte de morir bien, ‘ars moriendi’, es parte de la vida cristiana. Él lo ha estado haciendo durante muchos años. Sin embargo, está estable en su debilidad física, con la cabeza clara y bendecido con su típico humor bávaro”.
Benedicto XVI envió esta misiva a un monasterio austriaco, en Wilhering, tras el fallecimiento de uno de los monjes, colega del papa emérito. En una página escrita en alemán y con firma autógrafa de Ratzinger, confiesa al abad del monasterio cisterciense que conocer la noticia de la muerte del profesor Gerhard Winkler es algo que le ha afectado “profundamente”.
El colega más cercano
La carta, que lleva fecha del 2 de octubre, está dirigida a Reinhold Dessl, superior de la comunidad y encargado de transmitirle la noticia a Ratzinger. El pontífice emérito confiesa que “de todos mis colegas y amigos, era el más cercano a mí. Su alegría y su profunda fe siempre me atrajeron”.
Benedicto XVI prosigue señalando que el profesor fallecido “ahora ha llegado al más allá, donde seguramente le esperan muchos amigos”. “Espero poder unirme pronto a ellos”, añade. Concluye la misiva, reconociendo que “mientras tanto, estoy ligado a él y a la comunidad monástica de Wilhering en la oración”.