La lavandería y tintorería de las religiosas está dedicada a la formación e inclusión en el mercado laboral de personas en riesgo de exclusión
Alavar, gestionada por la Congregación de las Siervas de San José, celebra su veinticinco aniversario como lavandería y tintorería dedicada a la formación e inclusión en el mercado laboral de personas en riesgo de exclusión. Comenzó su andadura en los bajos de una casa de las Siervas en Madrid, pero pronto los 100m2 se quedaron pequeños y en 2012 tuvieron que trasladarse a una nave industrial de 1.000m2 en Getafe, lo que les ha permitido aumentar su plantilla y clientela.
La mayor parte de sus clientes son colegios mayores y residencias universitarias, aunque también trabajan para entidades como la Cruz Roja o el Ayuntamiento de Madrid, con el que ganaron dos concursos públicos en 2019. Especializadas en lavar ropa personal y no solo toallas, sábanas o mantelerías, han conseguido una fidelización de su clientela en un 90%, lo que les ha permitido seguir creciendo y poder dar oportunidades de contratación a más personas.
Desde sus orígenes hasta hoy, Alavar ha contratado a 110 personas, 78 de ellas en riesgo de exclusión, con una tasa de inclusión en el mercado laboral normalizado de un 40%. La situación de vulnerabilidad y la multiculturalidad son dos de los rasgos distintivos de los y las trabajadoras de esta lavandería. Más de 17 nacionalidades de cuatro continentes han pasado por sus instalaciones: Rumanía, Nigeria, Guinea, Venezuela, Colombia, Pakistán, Afganistán, Marruecos, Portugal, Perú… “Algo que en ocasiones no ha sido fácil de llevar porque vienen de culturas muy distintas, con unas realidades muy duras, pero ha sido un aprendizaje más para todos y todas nosotras y hemos conseguido crear un buen clima gracias a que en Alavar colocamos a la persona en primer plano, con el respeto y la comprensión como base de las relaciones” señala Susana de Andrés, sierva y gerente de la lavandería.
Todas las personas que llegan a la empresa pasan por un proceso de integración socio laboral que tiene una duración máxima de tres años y mínima de seis meses divididos en tres fases: acogida y diagnóstico inicial, desempeño laboral y mejora de la empleabilidad, y tránsito hacia el mercado normalizado. Para ello, Alavar cuenta con un equipo formado por una gerente, una trabajadora social y dos maestras de taller. En la actualidad, la lavandería la integran 22 personas, 15 de inserción y 7 en plantilla fija, de 8 nacionalidades distintas.
Para poder afrontar la parte de proyecto social, la lavandería cuenta con una subvención de la Comunidad de Madrid, que les permite hacer frente a los costes derivados del tiempo de aprendizaje del oficio. El resto de gastos, ya sea de personal, proveedores, impuestos… corre a cargo de la propia Alavar, que ha conseguido ser económicamente viable, después de varios años en los que las Siervas tuvieron que mantenerla con sus propios medios. Como empresa de inserción reinvierte sus beneficios y no tiene ánimo de lucro, pero tampoco “tenemos ánimo de pérdidas”, destaca Susana.