El papa Francisco visitó la casa general de las Hijas de María Auxiliadora, donde unas 200 salesianas están celebrando su Capítulo General desde el pasado 17 de octubre. Allí pudo saludar a la nueva superiora, Chiara Cazzuola, y bromeó con la madre general emérita, Yvonne Reungoat, con la que bromeó diciendo: “¡Espero que la madre Yvonne vuelva a África y si no hay sitio en África, a la Patagonia!”.
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Frente a la mundanidad espiritual
El Papa pidió a las salesianas que, en el actual “contexto social multicultural, marcado por tensiones y desafíos a veces incluso dramáticos, como los provocados por la pandemia”, se mantengan “enraizadas en Cristo” y, sobre todo, sin ceder nunca a las tentaciones de la “mundanidad, en sus diversas formas y disfraces”.
Ante las numerosas “formas de pobreza que la crisis actual ha producido y multiplicado”, advirtió que la “mundanidad espiritual” es “el peor mal que puede ocurrir en la Iglesia”. “Casi puedo decir que me parece peor que un pecado, porque la mundanidad espiritual es ese espíritu tan sutil que ocupa el lugar del anuncio, que ocupa el lugar de la fe, que ocupa el lugar del Espíritu Santo”, añadió. “Son demonios educados”, definió. “Ten cuidado con la mundanidad espiritual. No es que necesite cambiar de móvil para vivir, que necesite esto, lo otro, ir de vacaciones a la playa… Estoy hablando de cosas reales. Pero la mundanidad es ese espíritu que te lleva a no estar en paz o con una paz no bella, una paz sofisticada”, sentenció.
Fidelidad creativa al carisma
Como remedio, Francisco propuso la “fidelidad creativa al carisma”, que “es una realidad viva, no una reliquia disecada”. Las religiosas tienen, recalcó, la gran responsabilidad de “colaborar con la creatividad del Espíritu Santo, para revisar el carisma y hacer que exprese su vitalidad hoy”. Un carisma con el que “recurrir a su espíritu de familia, que caracterizó a la primera comunidad, en Mornese, y que le ayuda a ver la diversidad como una oportunidad para acoger y escuchar, valorando las diferencias como una riqueza”.
Invitó a “trabajar en relación con otras congregaciones, buscando vivir relaciones de reciprocidad y corresponsabilidad”. “No huyáis de otras congregaciones porque no seáis capaces de tolerar la vuestra”, propuso como “un modo concreto de vivir la sinodalidad”.
Volver a los orígenes
“Los ancianos deben vivir, si es posible, en la comunidad de vida. Y un deber de los jóvenes es cuidar a los mayores, aprender de ellos, dialogar con los viejos”, encomendó a las salesianas. “Si este intercambio no se da en una congregación, es el camino a la muerte”, advirtió. Además, pidió que tengan “comunidades misioneras, en salida, dispuestas a anunciar el Evangelio a las periferias, con la pasión de las primeras Hijas de María Auxiliadora”.
Ante la celebración de los 150 años de fundación que el Instituto recomendó: “No olvidéis la gracia de los orígenes, la humildad y la pequeñez de los comienzos que hicieron transparente la acción de Dios en la vida y en el mensaje de quienes, llenos de asombro, iniciaron este camino”. “María Auxiliadora os ayudará: ¡sois sus hijas!”, concluyó el Papa. Y añadió que “una cosa muy fea ser un religioso enojado, un religioso que parece desayunar no con leche sino con vinagre”. Sed madres. Ternura… El estilo de Dios es siempre la cercanía”. Sed “mujeres de esperanza” y hacedlo “con el estilo salesiano”: escucha, presencia activa, amor por los jóvenes.