En la audiencia general que presidió este miércoles en al Aula Pablo VI de Vaticano, el papa Francisco continuó con su ciclo de catequesis sobre la ‘Carta a los Gálatas’ del apóstol Pablo advirtiendo sobre el peligro que supone “buscar la certeza religiosa antes que al Dios vivo y verdadero” y de centrarse en los “rituales y preceptos” en lugar de “abrazar al Dios del amor con todo su ser”.
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Esta es la “tentación” en la que caen “los nuevos fundamentalistas”, advirtió el Pontífice, que criticó cómo a esos grupos “parece que les da miedo el camino e ir adelante”, por lo que “van hacia atrás porque así se sienten más seguros, buscan la seguridad de Dios y no al Dios de la seguridad”. Más adelante en su intervención, volvió a insistir en que estos “pequeños grupos” buscan “seguridad” al tratar de “vivir como antes”, pero al actuar así “se alejan del Espíritu y no le dejan que entre en ellos”.
El Papa explicó los dos “frentes opuestos” que plantea el apóstol al hablar por un lado de las “obras de la carne” y por otro, del “fruto del Espíritu”. Las primeras son “comportamientos contrarios al Espíritu de Dios”, que indican cuando el hombre queda “cerrado en sí mismo, en su dimensión terrenal”. La carne también supone un recuerdo de que “todo esto envejece y pasa, se pudre, mientras que el Espíritu da vida”.
Demasiados mandamientos
En su catequesis, Francisco recordó la enumeración que hace Pablo de las obras de la carne, “que se refieren al uso egoísta de la sexualidad, a las prácticas mágicas que son idolatría y a lo que socava las relaciones interpersonales, como ‘discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias’”. Los frutos del Espíritu, en cambio, son “amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí”.
Al final de la audiencia general, destacó cómo “el amor, la paz y la alegría” son los elementos que permiten reconocer a una persona “habitada por el Espíritu Santo”. Esta realidad supone “un reto para nuestras comunidades”, porque en ocasiones la Iglesia pude parecer “una densa masa de mandatos y preceptos”. Eso “no es la Iglesia”, remarcó Jorge Mario Bergoglio, asegurando que no se puede captar la belleza de la fe en Jesucristo “partiendo de demasiados mandamientos y de una visión moral que, desarrollándose en muchas corrientes, puede hacernos olvidar la fecundidad original del amor, nutrido de oración que da la paz y de testimonio alegre”.