Carlos tiene 64 años. Era directivo de una multinacional, pero se cruzaron en su camino “tres grandes males muy presentes en la sociedad”: el divorcio, la depresión y el paro. Tenía 57 años. Actualmente vive en el albergue de San Juan de Dios, a la espera de poder jubilarse dentro de un año.
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María Jesús estaba casada y tenía una hija. Vivía en una situación acomodada, pero dejó a su marido por otro hombre quien, poco después, comenzó a maltratarla. Llegó, incluso, a intentar matarla: hoy, María Jesús tiene en su cuerpo las cicatrices de más de 30 puñaladas. Después de esto, se queda sola y acaba viviendo en la calle. Hoy, vive en el albergue Luis Vives, donde ha encontrado el amor de José. Juntos están esperando que la jubilación de José les permita independizarse.
Dubraska es venezolana. Llegó a España porque a su hija, que padece asma, además de una grave cardiopatía y tiene síndrome de Down, la habían desahuciado en Venezuela. Aquí ya lleva más de 6 operaciones. Cuando acaba el periodo de hospitalización, se encuentran en la calle, sin la posibilidad de alquilar una habitación no solo por la falta de ingresos, sino por los cuidados que requiere la menor. Ahora mismo viven en un residencial de Cáritas, a espera de que les concedan un piso de acogida.
Día de las Personas sin Hogar
Estos son los testimonios con los que hoy Cáritas Madrid ha puesto rostro al sinhogarismo. Las historias de personas normales que, finalmente, han acabado viviendo situaciones auténticamente desesperadas. Y es que, este 28 de octubre y con el lema ‘¿Sin salida? Perdidos en un sistema de protección social que no protege’, las asociaciones y servicios que participan en el Día de las Personas sin Hogar en Madrid, que se coordina desde la Red FACIAM, se han unido para presentar públicamente la Campaña de Personas sin Hogar 2021.
Las organizaciones y personas en situación de sin hogar destacan la necesidad de visibilizar esta realidad, así como de hacer patentes las barreras a las que se enfrentan para salir de esta situación de exclusión social. Y es que, al hecho de no tener vivienda se suman otras trabas, como las dificultades de acceder al sistema sanitario, a un empleo, o las barreras administrativas para regularizar su situación. “El no tener un hogar supone un gran retroceso en el acceso al resto de derechos”, denuncia Cáritas Madrid.
Asimismo, han señalado que el sistema actual de protección social no es suficiente, y piden a la ciudadanía en general que, además de conocer esta realidad, se solidaricen y tengan más empatía con las personas que la viven. “Que unan sus voces para pedir justicia y construir una sociedad donde todas las personas cuenten”, reclaman.