Luego de que algunas notas periodísticas sugirieran que el sacerdote Marcelo Pérez había sido removido de parroquia debido a las amenazas que había sufrido por parte del crimen organizado, el sacerdote chiapaneco, reconocido defensor de los derechos humanos de los indígenas, desmintió que haya sido ese el motivo de su cambio.
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El sacerdote Marcelo Pérez ha sido reconocido por varias organizaciones civiles, tanto en México como en Europa, por su trabajo en favor de los derechos humanos de los pueblos indígenas, lo que le ha ocasionado recibir no pocas amenazas por parte de grupos delincuenciales.
En entrevista para Vida Nueva, el también responsable de la Pastoral Social de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, dejó en claro que su cambio de la parroquia, de San Antonio de Padua (municipio de Simojovel), a la parroquia de Guadalupe, en San Cristóbal de las Casas, no se debe a las amenazas recibidas, sino al hecho de que el pasado 9 de agosto cumplió diez años de servicio en esa comunidad.
De hecho -señaló- “los sicarios de Pantelhó están aquí en San Cristóbal de las Casas, pero desde el punto de vista de la fe en Dios, Él me envía aquí a hacer mi servicio. Entonces, no es por mi seguridad, sino por una misión que tengo que descubrir: por qué Dios y la Virgen me llaman a servir aquí y a encontrar la voluntad que debo cumplir”.
El obispo Rodrigo Aguilar “me preguntó dónde me veo trabajando en la Pastoral Social, y le dije que donde él me mandara. Me propuso Pantelhó y la parroquia de Guadalupe, y él decidió que fuera aquí en San Cristóbal de las Casas, en la de Guadalupe”, añadió.
Años de aprendizaje
La experiencia del padre Marcelo Pérez con los pueblos indígenas no se limita a estos diez años en Simojovel, sino que incluye el trabajo con estas comunidades en el municipio de Chenalhó, donde también vivió su ministerio por una década.
Uno de los aprendizajes más grandes –explica el padre Marcelo Pérez- es la urgencia de trabajar desde todos los ámbitos por lograr que estos pueblos puedan vivir en paz, justicia y fraternidad.
Sobre las principales problemáticas que enfrentan las comunidades indígenas en las que ha estado, el sacerdote consideró que son la violencia causada por los partidos políticos y el crimen organizado; en Chenalhó, particularmente, el principal problema es el conflicto entre Santa Martha y Magdalena, que no se ha resuelto, lo cual es muy preocupante: “lo ponemos en oración y deseamos profundamente que llegue la paz”.
Aseguró que otro de los problemas es la migración; “hay muchos jóvenes que abandonan su tierra; los mayores están muy tristes porque ven que su familia deja la tierra que con tanto esfuerzo recuperaron y que incluso costó vidas, por ejemplo en Simojovel, ahí fue una lucha muy fuerte por la recuperación de sus tierras”.
Lamentó que estos jóvenes se vayan a otros estados de la república o a Estados Unidos para ganar más dinero; pues “se ha sentado la vida en el dinero y no en otros valores como la unidad, solidaridad, fraternidad”.
Por lo anterior, consideró que es complicado pensar en una solución, pues “se ha implantado muy fuerte el sistema neoliberal, se ha planteado que el dinero es lo más importante, y eso ha traído mucha violencia”.
El sacerdote señaló que las personas que buscan salir de sus comunidades no se dan cuenta que lo más importante es tener una vida digna, “no en el aumento de dinero, sino la armonía, la justicia, que se tenga comida y lo que ha mencionado el Papa: trabajo, techo y tierra”.
Un sacerdote evangelizado por los indígenas
Por otro lado, el padre Marcelo Pérez comentó que estar en Chenalhó, le enseñó a estar a lado de los pobres y del pueblo, y a saber levantar la voz. “Los sobrevivientes de Acteal me evangelizaron, me enseñaron a ser pastor, no a llegar a enseñar, sino a saber acompañar, estar en su dolor, en sus sufrimientos, alegrías y esperanzas; saber caminar con el pueblo”.
En Simojovel -dijo- “me enseñaron una historia de lucha por la paz, por la dignidad, y por eso hicimos muchas peregrinaciones, para luchar contra la corrupción y contra los narcopolíticos“.
Este 29 de octubre el padre Marcelo Pérez tomará posesión como párroco, donde pretende unirse “en el caminar de la parroquia, para ir conociendo poco a poco cuáles son las angustias y dolores, pero también sus anhelos, y eso lleva tiempo”, dijo.