“Lo último que desearía es que alguien se sintiera molesto, no es mi intención en absoluto. Solo he pretendido transmitir un conocimiento científico y que sea valorado y criticado en su justa medida por científicos o por personas que puedan sostener, discutir, debatir o rebatir los argumentos que sostengo”, afirma a Vida Nueva Fernando Serrulla Rech, al frente de la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, con sede en el Hospital de Verín (Ourense).
Serrulla acaba de publicar en la revista norteamericana Forensic Anthropology un artículo en el que interpreta la investigación que ya hizo en 1991 de los restos óseos correspondientes a la cabeza del apóstol Santiago Alfeo, también llamado Santiago el Menor, contenidos en el busto-relicario reconocido como el Caput Argenteum de la Capilla de las Reliquias de la catedral de Santiago.
“Las señales de traumatismo encontradas en los huesos del cráneo muestran signos de decapitación –sostiene en el artículo–. De esto podemos deducir dos hipótesis, si aceptamos el martirio descrito por los historiadores de la Iglesia católica y las escrituras: que los restos no pertenecen a Santiago Alfeo, y que el cráneo puede pertenecer a Santiago el Mayor”.
Desde la propia catedral de Santiago, se responde que Serrulla “introduce una hipótesis acerca de la cual no realizamos ninguna valoración, más allá de circunscribirla al ámbito de una suposición personal”. Así, sobre el informe de diciembre de 1991, detallan que es “un estudio de los fragmentos óseos contenidos en el relicario de Santiago Alfeo, que, en conjunto, no representan más de medio cráneo”.
Además, aclara que en esa documentación “no se realiza ninguna conclusión que relacione dichos fragmentos con los de Santiago el Mayor”. Según las mismas fuentes, en esa investigación “se reconoce la dificultad de alcanzar certeza sobre el sexo y edad del individuo al que pertenecen los restos óseos, así como sobre las causas de su muerte. Lo que, sorprendentemente, treinta años después y sin otros ulteriores estudios, ahora no es óbice para proponer una hipótesis tan comprometida”.
La conclusión de Serrulla replantea el contenido del arca del apóstol Santiago Zebedeo, al que está consagrada la catedral compostelana. Y que se veneran en la cripta bajo el altar mayor desde 1886, una vez que en 1879 se hallaron en ese mismo lugar sus restos, junto a sus discípulos Atanasio y Teodoro, tras haberse tapiado el sepulcro original desde el siglo XII por orden del obispo Gelmírez.
El artículo pone en duda, además, la bula Deus Omnipotens, que en 1884 certificó la autenticidad de los restos del apóstol Santiago que reposan en la cripta. “Es un estudio que yo no comparto desde el punto de vista científico”, afirma. “El cardenal Payá les preguntó a los científicos en aquel momento si ellos consideraban que estos restos podrían pertenecer a Santiago el Mayor y los profesores dijeron que sí. Si a mí me hubiera hecho esta misma pregunta, hubiera dicho que no lo podía saber”, argumenta Serrulla.
Fuentes de la catedral, en cambio, defienden “la investigación llevada a cabo a finales del siglo XIX”, como relatan. “Eran tres cuerpos y, para la investigación, se compararon muchas reliquias atribuidas al apóstol, aunque una de ellas fue fundamental”, afirman refiriéndose “a un fragmento del cráneo”.
Estas fuentes citan las Notas históricas (1985) a la bula Deus Omnipotens, de José Guerra Campos, obispo de Cuenca: “Durante la fase romana del proceso de autenticidad de las reliquias de Santiago, en 1884, el fragmento de Pistoia sirvió providencialmente para confirmar la identificación de los huesos del Apóstol”.