El cardenal secretario de Estado de la Santa Sede encabeza la delegación de la Conferencia del Clima que se desarrollará hasta el 12 de noviembre en Glasgow
“Tenemos los medios y los recursos para un cambio de rumbo”. Con esta convicción acude el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, a la XXVI Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, la COP 26 de Glasgow, en Escocia, y que reúne a más de 30.000 delegados de todo el mundo. Parolin, que encabeza la delegación vaticana –tras la cancelación de la visita del papa Francisco– ha señalado que “el itinerario para una implementación eficaz [del Acuerdo de París de 2015], todavía bajo la sombra de la pandemia, es bastante complejo e incierto”.
“El deseo de la Santa Sede es que la COP26 pueda realmente reafirmar la centralidad del multilateralismo y de la acción, incluso a través de los así llamados actores no estatales” ha señalado en declaraciones a los medios vaticanos. “Vista la lentitud del progreso, la importancia de la Conferencia de Glasgow es significativa, en cuanto a través de ella se podrá medir y estimular la voluntad colectiva y el nivel de ambición de cada estado”, reclama a las puertas de la cumbre.
La situación de la pandemia marca el enfoque de los temas de la cumbre y, para Parolin, es “un reto para la civilización en favor del bien común y de un cambio de perspectiva que debe poner la dignidad humana en el centro de cada acción”. “Fenómenos globales y transversales como la pandemia y el cambio climático ponen cada vez más de relieve ese cambio de rumbo pedido por el Papa Francisco, que se basa en ser conscientes de que debemos trabajar todos juntos para consolidar la alianza entre el ser humano y el medio ambiente, con una particular atención a las poblaciones más vulnerables”, señala.
“Es importante que de la COP26 emerja una clara respuesta colectiva, no sólo para favorecer las actividades de mitigación y de adaptación al cambio climático por parte de todos los países, sino también para ayudar a los más vulnerables a afrontar los daños y las pérdidas que derivan de dicho fenómeno, que lamentablemente ya son una realidad en numerosos contextos”, es la esperanza del purpurado, en sintonía con lo señalado en el encuentro con los líderes religiosos y los científicos organizado por el Vaticano en octubre.
Para Parolin, de los acuerdos de la conferencia “debe surgir de esta conciencia de pasar de una ‘cultura del descarte’ a una ‘cultura del cuidado’. Sólo de este modo podrá ser realmente eficaz lo que se escribió en el Acuerdo de París”, sentenció. Algo que, aunque tiene “dificultades”, es “cada vez más la urgencia del mismo. Tenemos los medios y los recursos para dicho cambio; lo que todavía parece faltar es una clara voluntad política”, reclama. “Ninguno puede quedarse atrás ni menos aún puede evitar involucrarse con conciencia ante este gran reto”, añade. “La COP26 representa un momento importante para reafirmar de forma concreta los modos en que estos deseos se pueden realizar”, sentencia.