El Papa ha expresado “el dolor y la vergüenza por no haber sido siempre buenos guardianes protegiendo a los menores que nos fueron confiados”
Han pasado algo más de tres años desde que el papa Francisco dirigía una Carta al Pueblo de Dios en la que instaba a acabar con los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia. Y, desde entonces, han sido muchas las medidas que se han puesto en marcha para prevenir, acompañar y sanar las heridas. Sin embargo, ante una lacra como esta toda medida parece quedarse corta para el Papa, quien hoy ha vuelto a clamar para “erradicar la cultura de la muerte de la que son portadoras todas las formas de abuso, sexual, de conciencia, de poder”.
El Papa ha dirigido estas palabras en un mensaje a los participantes en la conferencia ‘Promover la protección de los niños en el momento del Covid-19 y más allá’, organizada por la Comunidad Papa Juan XXIII con la Acción Católica Italiana y el Centro Deportivo Italiano, en colaboración con el Centro de Victimología y Seguridad de la Universidad de Bolonia.
“Hoy os encontráis reflexionando juntos y cosechando los frutos de dos años de escucha, investigación y formación”, ha dicho Francisco. Un trabajo que nació como respuesta urgente ante “el dolor y la vergüenza por no haber sido siempre buenos guardianes protegiendo a los menores que nos fueron confiados en nuestras actividades educativas y sociales”.
“Si el abuso es un acto de traición a la confianza, que condena a muerte a quienes lo padecen y genera profundas grietas en el contexto en el que ocurre”, ha recordado el Papa, “la prevención debe ser un camino permanente para promover una confiabilidad siempre renovada y cierta hacia la vida y el futuro, en la que los menores deben poder contar”. Por eso, “nosotros, como adultos, estamos llamados a garantizarlos, redescubriendo la vocación de ‘artesanos de la educación’ y esforzándonos por ser fieles a ella”.
Asimismo, Francisco ha señalado que su gran esperanza se encuentra, en particular, en “los muchos jóvenes que se han formado en este su proyecto”, porque “son sobre todo ellos quienes nos piden un paso decisivo de renovación ante las heridas de los abusos encontrados en sus pares”. “El aporte de los jóvenes será precioso para reconocer situaciones de riesgo y para recordar con valentía a toda la comunidad su responsabilidad de salvaguardar a los menores, de revisar la forma de relacionarse con las generaciones más jóvenes, para que puedan volver a velar por su belleza para encontrarse, hablar, jugar y soñar”, ha aseverado.
Finalmente, el Papa ha animado a las asociaciones de laicos a “perseverar en esta acción de formación para la corresponsabilidad, el diálogo y la transparencia”. “La protección de los menores es cada vez más concretamente una prioridad ordinaria en la acción educativa de la Iglesia; es la promoción de un servicio abierto, confiable y autoritario, en firme contraste con cualquier forma de dominación, desfiguración de la intimidad y silencio cómplice”, ha añadido el PApa.