Francisco ha presidido hoy una misa celebrada en el Policlínico Gemelli de Roma
“Con las prisas de hoy, en medio de mil carreras y preocupaciones continuas, estamos perdiendo la capacidad de conmovernos y de sentir compasión, porque estamos perdiendo ese retorno al corazón, a la memoria”. Así lo ha afirmado el papa Francisco en su homilía de la misa celebrada en el Policlínico Gemelli de Roma, sede de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Sagrado Corazón, y en la cual el pontífice ha destacado tres palabras: “Recuerdo, pasión y consuelo”.
“Recordar significa volver con el corazón”, ha dicho Francisco. “Podríamos decir que nos acordamos de alguien o de algo cuando nos toca el corazón, cuando está ligado a un afecto o a un desamor particular”, ha explicado. Y, de esta manera, “el Corazón de Jesús sana nuestra memoria porque la devuelve al afecto fundacional” y, además, “nos recuerda que, pase lo que pase en la vida, somos amados”. “Somos seres amados, hijos a los que el Padre ama siempre y en todo caso, hermanos por los que late el Corazón de Cristo”, ha aseverado.
“Pero también podemos cultivar entre nosotros el arte del recuerdo, atesorando los rostros que encontramos. Pienso en los días agotadores en el hospital, en la universidad, en el trabajo. Corremos el riesgo de que todo pase sin dejar rastro, o de que sólo quede el cansancio y la fatiga”, ha afirmado el Papa, añadiendo que, por eso, “nos viene bien, por la noche, repasar las caras que hemos conocido, las sonrisas que hemos recibido, las buenas palabras. Son recuerdos de amor y ayudan a nuestra memoria a reencontrarse”.
Precisamente sobre la importancia de estos recuerdos en los hospitales Francisco manifestó, asimismo, que “pueden dar sentido al día de un enfermo”. “Una palabra fraternal, una sonrisa, una caricia en la cara: son recuerdos que curan por dentro, hacen bien al corazón. No olvidemos la terapia de la memoria”.
La pasión, continuó Francisco, “es la segunda palabra”. “El corazón de Cristo no es una devoción piadosa para sentir un poco de calor en el interior, no es una imagen tierna que despierte afecto”, ha continuado. “Es un corazón apasionado, herido de amor, desgarrado por nosotros en la cruz”.
Por este motivo, “el Sagrado Corazón es el icono de la Pasión: nos muestra la ternura visceral de Dios, su pasión amorosa por nosotros y, al mismo tiempo, superado por la cruz y rodeado de espinas, nos muestra cuánto sufrimiento ha costado nuestra salvación. En su ternura y dolor, ese Corazón revela, en definitiva, lo que es la pasión de Dios: el hombre”.
Todo ello sugiere, además, que “si realmente queremos amar a Dios, debemos apasionarnos por el hombre, por todo hombre, especialmente por aquellos que viven la condición en la que se manifestó el Corazón de Jesús: el dolor, el abandono, el descarte”.
Por último, Francisco ha destacado la palabra “consuelo”. Y explicó que “indica una fuerza que no viene de nosotros, sino de los que están con nosotros. Jesús, el Dios-con-nosotros, nos da esta fuerza, su Corazón nos da valor en la adversidad”.