Los obispos argentinos, en Asamblea Plenaria eleccionaria     

  • El Episcopado argentino se reúne después de un año y medio, en forma presencial
  • Votarán autoridades para el período 2021-2024

Los obispos argentinos, en Asamblea Plenaria eleccionaria     

Comenzó este lunes, el 119° plenario de la Conferencia Episcopal Argentina, que volvió a reunirse en El Cenáculo (Pilar, Buenos Aires) después de más de un año sin asambleas presenciales.



Durante este encuentro tendrá lugar la renovación de todos los cargos estatutarios para el período 2021-2024.

119° Asamblea Plenaria

Esta Asamblea está siendo presidida por su titular, Oscar Ojea, obispo de San Isidro. Lo acompaña el Nuncio Apostólico, Miroslaw Adamczyk, y más de cien obispos (incluidos los auxiliares, los administradores apostólicos, y los eméritos), que participan de las sesiones con los cuidados sanitarios pertinentes, después de las restricciones dispuestas por la pandemia del COVID-19.

El primer tema de la reunión fue el intercambio pastoral, momento en el que los obispos compartieron la realidad social y eclesial de las regiones pastorales. Posteriormente, se celebró la misa inaugural, presidida por la Comisión Ejecutiva y concelebrada por los demás miembros del episcopado.

El martes comenzarán las elecciones que se desarrollarán durante la semana, hasta finalizar con todos los cargos en las comisiones y delegaciones episcopales.

Entre las temáticas a tratar figuran: la Asamblea Eclesial del CELAM, el Camino Sinodal propuesto por el Papa, la presentación del balance y presupuesto, y otras cuestiones referidas a comisiones episcopales específicas.

La reunión finalizará el próximo viernes 12. 

Escándalo, perdón y fe

En la misa de apertura de la Asamblea, en la homilía, Oscar Ojea destacó las tres palabras que aparecen en el Evangelio del día: escándalo, perdón y fe

Dijo que la herida más grande que puede recibir el pueblo de Dios es la falta de testimonio, la falta de coherencia entre lo que se dice y se hace. Para el obispo, vivir una doble vida  produce escándalo, y si esto se establece como un estado habitual, ya no es un pecado de debilidad, sino corrupción. Y agregó que “No hay peor corrupción que la de la caridad, porque la corrupción de lo óptimo es lo peor”. 

Por eso, en este primer encuentro después de tanto tiempo, pidió renovar nuestro compromiso de vivir en la verdad, ser testigos fieles para servir al Señor y al pueblo.

En cuanto al perdón, Ojea indicó que deben darlo incansablemente. El perdón es un proceso que comienza con la escucha del otro. Así, el Sínodo sobre Sinodalidad se convierte en un espacio para vivir una Iglesia en salida. En tiempos de tanta fragmentación que la Iglesia salga a escuchar representa un cambio de paradigma. Significa no quedarse atrincherado en los propios discursos, buscando seguridades.

Escuchar requiere silencio interior, supone una decisión, vaciarse de uno mismo y dirigir el pensamiento y los sentidos hacia el otro. Hay que saber jerarquizar lo que sale del corazón; saber escuchar lo que se esconde detrás de las palabras y sonidos, descubrir lo que le está pasando en realidad del prójimo.

Esta escucha, que es el primer paso del proceso del perdón, lleva a un camino de reencuentro, recomenzando por la verdad, como plantea el papa Francisco en Fratelli Tutti. “Con el tiempo todos hemos cambiado… ya no hay lugar para diplomacias vacías, para disimulos, para dobles discursos, para ocultamientos y para buenos modales que esconden la realidad”. “Nos sentimos hondamente comprometidos para llevar adelante este camino de reencuentro entre todos los argentinos”, estimó el presidente del episcopado.

El tercer tema que mencionó Ojea es el de la fe. Dijo que saben que es puro don de Dios, que nuestra fe es débil y frágil. El vínculo con Jesús es el que da fuerza y valentía para enfrentar realidades dolorosas y complejas y ayuda a aceptar el sufrimiento con la conciencia que el mal no tiene la última palabra.

Finalmente, expresó que esa fe nos hace salir de nosotros mismos y nos lleva a darla y a entregarla, no para convencer sino para ofrecer un verdadero tesoro, lo mejor que nos pasó en la vida.

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