El cardenal arzobispo Carlos Osoro hizo esta mañana un llamamiento a los cristianos de Madrid ante Nuestra Señora de la Almudena para que se comprometan con la realidad que viven y anuncien la Buena Noticia a todos, lejos de caer en “la tentación de aislarse, de juntarse únicamente con los que son parecidos a ellos, de quedarse paralizados”.
Osoro presidió la solemnidad de la patrona de la capital de España, que recupera algo de normalidad, con una procesión más corta de lo habitual y con la celebración de la eucaristía en la plaza de la Almudena, entre la catedral y el Palacio Real, con espacios acotados para evitar aglomeraciones, en lugar de la tradicional ubicación en la Plaza Mayor.
Junto a Osoro, concelebraron la eucaristía, entre otros, los cardenales Antonio María Rouco Varela y Aquilino Bocos, el nuncio Bernardito Auza, el obispo de Getafe Ginés García Beltrán y los pastores auxiliares de Madrid. Durante la ceremonia, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, renovó el tradicional Voto de la Villa a la Virgen.
El propio Osoro recordó en la homilía que “el año pasado, nuestra patrona, la Virgen de la Almudena, no pudo salir a la calle” y la misa se celebró en el interior de la catedral con aforo limitado. “Aunque fuisteis muchos los que vinisteis a verla al templo en su fiesta, nos faltaba algo…”, compartió el también vicepresidente del Episcopado español.
Echando la vista atrás a la pandemia, constató cómo “nos hemos descubierto frágiles y llenos de miedo”, además de dejar al descubierto “las grietas de nuestros estilos de vida y de los modos de organización de nuestras sociedades”.
Como suele ser habitual en todas sus alocuciones, Osoro respaldó explícitamente el magisterio de Francisco, en esta ocasión echando mano de la encíclica social ‘Fratelli Tutti’ para reivindicar la cultura del cuidado y apoyando la fase diocesana del Sínodo de la Sonidalidad bajo los tres pilares que lo vertebran: comunión, participación y misión.
“En situaciones de crisis como la actual es necesario arrimar el hombro y abrir el corazón”, propuso Osoro, que tuvo presente en su plegara a María “a las familias que atraviesan dificultades, a los jóvenes que no encuentran trabajo, a los ancianos que requieren ternura, a los más pobres que descartamos y muy a menudo dejamos a un lado del camino…”.
“Al poner a Dios en el centro somos conscientes de que tenemos un Padre, de que somos hijos y eso nos convierte en hermanos de los demás”, reflexionó en voz alta el purpurado para reclamar a los cristianos madrileños. “No releguemos a Dios, volvamos a ponerlo en el centro de nuestra vida como hizo nuestra Madre”, imploró a la vez que insistió: “No retiréis a Dios de la historia”. “¿Se puede pensar nuestra vida y nuestra historia sin Dios? Se puede creer o no en Dios, pero no es lícito que sea retirado de la historia de los hombres”, subrayó.