La Conferencia Española de Religiosos (CONFER) elegía el pasado 4 de noviembre, en el marco de su XXVII Asamblea General, al prior provincial de los dominicos de la Provincia de Hispania, Jesús Díaz Sariego (Asturias, 1962), como nuevo presidente. El hasta ahora vicepresidente sustituye a la religiosa de la Compañía de María Mariña Ríos tras cinco años al frente de los religiosos españoles.
La superiora general de las Oblatas del Santísimo Redentor, Lourdes Perramón (Barcelona, 1966), fue elegida nueva vicepresidenta. Ambos comparten con SomosCONFER sus primeras reflexiones al ponerse al servicio de los más de 35.000 religiosos de nuestro país.
PREGUNTA.- ¿Hay plan de Gobierno?
RESPUESTA.- Jesús Díaz Sariego: El plan para los próximos años es el que estamos desarrollando y para el que venimos escuchando a la Asamblea estos días. A lo largo de estos meses, ante la necesidad de fortalecer la CONFER, pero siempre pensando en el servicio a las congregaciones y, a través de ellas, al servicio de la gente, hemos desarrollado el Proyecto para el fortalecimiento y la viabilidad de CONFER (2020-2023), al servicio de las Congregaciones Religiosas en España. Sí hay que subrayar la dinámica de CONFER, que se basa en el trabajo en equipo y la escucha de los superiores mayores.
Los pasos que vamos dando en la acción de gobierno son siempre posteriores a la escucha de nuestros hermanos y hermanas que día a día están en el terreno. Para mí, estos dos años como vicepresidente han sido un aprendizaje, porque mi conocimiento de la CONFER era externo. He aprendido mucho a querer y valor más la Vida Consagrada. He descubierto a personas muy valiosas y muy comprometidas con su vocación. Me ha llamado la atención la diversidad dentro de la comunión y lo mucho que los religiosos hacemos dentro y fuera de España.
Lourdes Perramon: Acojo este servicio con confianza, sabiendo que me integro a un trabajo en equipo en el que ya hay rodaje, ya hay experiencia y mucha sabiduría. Lo he visto en todo lo compartido y trabajado preparando esta Asamblea. No he estado dentro de la CONFER y vengo a aprender, a abrir los ojos, escuchar y ayudar lo máximo posible con las limitaciones que conlleva compaginar esta tarea con otros servicios congregacionales.
Es un momento en el que la Vida Religiosa en España está viviendo muchos cambios, creo que se despierta la conciencia de lo ‘inter’, del ‘junto con’, de la corresponsabilidad y hay que predicar con el ejemplo. No es un servicio en el que había pensado, pero hay que disponerse y construir juntos.
P.- En realidad, vuestras decisiones afectan a más de 35.000 religiosos…
LP: No me había parado a pensarlo (se ríe). Es verdad que las decisiones de la CONFER inciden en la Vida Religiosa, pero están muy mediadas por las asambleas. La CONFER es una red de apoyo. Hoy se demanda ayuda en situaciones de fragilidad, al no poder hacer frente a tantos desafíos en la propia congregación.
JDS: Los organismos de la CONFER están muy pensados, pero no tenemos una responsabilidad superior sobre los institutos.
P.- El papa Francisco, en su homilía en la celebración por los cardenales y obispos difuntos en 2021 advertía que “es malo llegar a la vejez con el corazón amargado”. No faltan los agoreros que, con mejores o peores intenciones, anuncian el final de la Vida Religiosa. ¿Va a desaparecer?
JDS: Desaparecerán formas de estar presentes, como a lo largo de la historia, pues siempre ha habido cambios, pero la esencia de la Vida Religiosa como don evangélico del Espíritu estará presente de una manera u otra, aunque va a ir cambiando y evolucionando. La esencia no desaparecerá porque va unida al mismo Pueblo de Dios y la misma Iglesia. A los agoreros les diría que pensaran que en la Vida Religiosa lo fundamental no está improvisado, tiene muchos siglos de historia y el Espíritu sabe cómo reconducir la situación.
LP: Sí que van a desaparecer formas y maneras en las que hemos vivido la Vida Religiosa en los últimos años, pero eso es, quizá, parte de lo que necesitamos. A veces es necesario que nos enfrentemos a grandes crisis para centrarnos en lo esencial. El seguimiento a Jesús, la entrega a los demás y la consagración en la comunidad siempre va a existir, porque habrá gente que sienta que ese es su camino de vida, de entrega, de ser Iglesia y, en definitiva, de felicidad.
Será distinto, pues estamos en España en un contexto en el que la Vida Religiosa envejece progresivamente y se debilita porque el contexto social y religioso es el que es, pero la Vida Religiosa en otros países está floreciendo y creciendo. A veces nos hace falta tener una mirada más global. La Vida Religiosa, igual que otros movimientos sociales, ha tenido presencias diferenciadas en unos siglos y lugares. En España, en unos siglos ha sido floreciente, ahora es otra la realidad y la novedad fundamental de la Vida Religiosa nos llega de otros lugares.
P.- ¿La intercongregacionalidad se ha convertido en una palabra muy usada y poco vivida?
LP: Falta que nos creamos y nos nutramos de lo nuclear de la intercongregacionalidad. Quizá la hemos vivido desde la eficacia, pensado en unir fuerzas para dar respuesta a una situación concreta. Y esto es muy necesario, pero si no hay un convencimiento y una motivación más honda, cuando surgen las dificultades, cuando no hay buenos resultados, cuando cambian las personas, la intercongregacionalidad se puede debilitar o hasta romper.
Hay mucho camino por hacer de relación, de vínculo, de sabernos comunión e Iglesia entre carismas e, incluso, más allá; desde ahí creo que va a nacer algo más auténtico. Vengo de una realidad durante muchos años en Barcelona en la que he vivido una riqueza enorme de intercongregacionalidad en el simple hecho de encontrarnos una vez al mes para compartir la eucaristía, compartir la mesa y reflexionar. Justamente de ahí salió un proyecto intercongregacional.
Hay que fomentar la relación, el acercamiento, el querernos, el valorarnos y, luego, seguro que nacen cosas. Tenemos que estar muy a la escucha de la realidad, por ver donde está emergiendo algo. Nos toca como CONFER y como superiores mayores crear las condiciones necesarias para que eso que está empezando a nacer pueda comenzar a crecer. Quizá hay que estar muy audaces para saber escuchar, intuir y cuidar lo que va naciendo para que tenga futuro y que no lo ahoguemos con las prisas.
JDS: La realidad española, donde las congregaciones religiosas hemos sido muy fuertes, con muchas vocaciones, con mucha aceptación social, nos ha hecho vivir en la autosuficiencia. Cuando vives en la autosuficiencia, seguramente aportas mucho, porque tienes muchas posibilidades y eso es bueno, pero quizá va en detrimento de trabajar al margen de los otros, o incluso de desconocer o no sentir parte de tu trabajo el proyecto de los demás.
Ahora, en un momento de escasez, hagamos de la necesidad virtud. La intercongregacionalidad no surge tanto desde arriba, desde una planificación hecha en un despacho, sino desde abajo, desde la vivencia de los religiosos y religiosas que se encuentran, comparten la fe y, a partir de ahí, el Espíritu puede suscitar algún proyecto.
P.- Estamos inmersos en el Sínodo de la Sinodalidad. ¿Qué tiene la Vida Religiosa en España que aportar al proceso sinodal al que nos está invitando el Papa?
JDS: La Vida Religiosa tiene mucha experiencia de sinodalidad. Vivimos en comunidad y cada congregación ha desarrollado en su interior esta dimensión de sinodalidad. La Vida Consagrada ha desarrollado esa sinodalidad allí donde trabaja, en los apostolados que tiene asumidos. Diría en primer lugar que podemos aportar serenidad, profundidad, ir a lo fundamental, ser capaces de escuchar y dialogar incluso con lo que es diferente, con lo que te cuestiona. Situarse en el mundo secular en el que estamos de otra forma, ni ocultándonos ni a la defensiva, sino como personas adultas que somos y que tenemos mucho que ofrecer y también mucho que aprender.
LP: Podemos aportar experiencia de sinodalidad. En las congregaciones, la dinámica interna es participativa. Me parece que hoy en día es inconcebible que se llegue a tomar ninguna decisión sin un proceso participativo. Igual no le llamamos sinodal, pero sí hablamos de circularidad o corresponsabilidad activa. Debemos ser esa voz de alerta para que no solo hablemos de sinodalidad, sino que la practiquemos. Hay muchos procesos eclesiales que no funcionan desde la sinodalidad y no es malo que hagamos caer en ello, porque quizá no hay mala voluntad, pero se hace así por costumbre o rutina.
Ayudemos a decir que si dialogamos de manera amplia seguro que acertamos mejor. La Vida Religiosa también puede aportar la mirada desde las realidades más vulnerables. Si algo tocamos nosotros de cerca son la pobreza y la exclusión. Por otro lado, en la Iglesia no llega la voz de la juventud a todos los lugares y los religiosos la pueden hacer resonar gracias a los carismas dedicados a la enseñanza.
P.- En este ‘caminar juntos’, los laicos también tienen la palabra. ¿Quiénes son hoy ellos en la realidad de los institutos?
JDS: Las diversas familias religiosas han potenciado el laicado, un laicado que conecta con el carisma con el que participa. Los religiosos hemos estado muy preocupados, en el buen sentido, de formar e integrar a laicos en nuestras instituciones en una dinámica sinodal, sin que los religiosos sean superiores y los laicos inferiores. El laico, desde su vocación, tiene una experiencia de fe, una lectura del Evangelio, asume unos compromisos y tiene una experiencia de vida que enriquece también la nuestra. Hemos trabajado mucho esa preocupación por contar con ellos para la misión.
LP: Si tuviera que quedarme con tres palabras de lo que aporta el laicado diría riqueza, juventud y diversidad. En primer lugar, es una gran riqueza porque los carismas están llamados a recrearse desde la mirada laical. En segundo lugar, juventud, porque, por desgracia, sobre todo en España, no tenemos mucha gente joven y entre el laicado sí. Nos aportan dinamismo, audacia, ganas e ilusión. Eso no significa que nosotros la hayamos perdido, pero a veces podemos tener la ilusión y no las fuerzas.
Por último, diversidad, porque entre misión compartida, voluntarios, equipos de trabajo, personal contratado… hay una diversidad de personas y perfiles que, aunque no siempre desde una vocación laical entendida como el compartir desde la fe el carisma, sí comparten una parte del carisma, la misión… El desafío de integrar y crear familia con todo esto también es una experiencia que aporta al conjunto de la congregación, de la Vida Religiosa y de la Iglesia, porque no siempre es fácil de la diversidad generar armonía e integración, pero la experiencia vivida con el laicado nos hace trasladarla y poderla vivir en otros ámbitos.
P.- La CONFER cuenta con un presidente varón y una vicepresidenta mujer. ¿Obedece a alguna cuota?
JDS: No tenemos que vivirlo como una cuota, sino como algo connatural. En la Iglesia tenemos todavía que dar muchos pasos en este sentido; se van dando, aunque lentos depende de qué sectores. He conocido en la Vida Religiosa mucho avance sobre todo en los últimos años, no solo porque la conciencia de ello va en aumento, sino porque la formación o los planteamientos que se hacen a los nuevos candidatos ya son con otros parámetros muy propios de hoy, muy sensibles a esta realidad de varones y mujeres juntos. De hecho, la dimensión vivencial va más rápido que la estructura, que es todavía bastante limitante.
LP: Hoy un gran desafío es la igualdad. En la CONFER no hemos experimentado en ningún momento que haya un clima interno patriarcal y me alegro y lo agradezco. Quizá a nivel eclesial es hoy más desafío. Está en la mano de la Vida Religiosa y en la de toda la Iglesia ir dando pasos. No es fácil, porque en esta diversidad eclesial hay quien no ve que este sea el camino, pero es bastante evidente que vamos por ahí.
P.- Las mutuas relaciones entre religiosos y obispos pasan por un buen momento con el tándem María José Tuñón-Luis Ángel de las Heras en la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada…
JDS: Cuando llegué a la vicepresidencia lo hice en un momento diferente entre CONFER y el Episcopado. Las aguas estaban muy tranquilas y hay más espacio para el diálogo, lo cual es necesario, porque somos uno en la Iglesia. Aún así, tenemos que seguir dando pasos institucionales. Está pendiente el documento vaticano que actualizará las mutuas relaciones, pero en España hemos iniciado un trabajo para mejorar las mutuas relaciones a través de la comisión mixta, que no tiene que ser solo un lugar donde encontrarnos, sino un espacio para dialogar juntos y ver cómo seguir avanzando como Iglesia de la mano. Queda todavía mucho camino por andar, pero si algo hay positivo es que los puentes están construidos o reconstruidos, a ver ahora cómo los transitamos.