El papa Francisco ha enviado un mensaje en vídeo a la Unesco con motivo del 75º aniversario de esta agencia de las Naciones Unidas que se dedica a la promoción del patrimonio cultural y el desarrollo de la educación. El pontífice ha reivindicado que “la Iglesia está al servicio del evangelio, y el evangelio es el mensaje más humanizador que conoce la historia”.
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Francisco en su felicitación presenta el evangelio como “un mensaje de vida, libertad y esperanza que ha inspirado innumerables iniciativas educativas en todas las épocas y lugares, y ha animado el crecimiento científico y cultural de la familia humana”. Por ello, alaba el compromiso de la UNESCO en el servicio común a la paz y la solidaridad entre los pueblos, al desarrollo integral de la persona humana y a la protección del patrimonio cultural de la humanidad.
Tiempo de reconstrucción
Además, el cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado vaticano, que ha encabezado la delegación de la Santa Sede en la Conferencia General de la Unesco que se celebra en su sede de París del 9 al 24 de noviembre, ha destacado en su intervención en el plenario que, tras la pandemia, “la posibilidad de volver a estar juntos en persona para abordar los desafíos de la humanidad constituye una gran oportunidad para expresar nuestro innato sentido de la fraternidad,para ser buenos samaritanos que soportan el dolor de los problemas ajenos”.
Parolin ha propuesto renovarse “desde una educación inclusiva y de calidad” como la que reclama el Pacto Mundial por la Educación del Papa. Por ello destacó la labor de los centros educativos católicos y “su papel para que todos tengan acceso a una educación de calidad, en consonancia con la dignidad de la persona humana y con nuestra común vocación a la fraternidad”. Además, anunció la “ratificación del Convenio mundial sobre el reconocimiento de los títulos de enseñanza superior”.
El secretario de Estado también defendió “un nuevo enfoque ecológico que pueda transformar nuestro modo de habitar el mundo, nuestros estilos de vida, nuestra relación con los recursos de la Tierra y, en general, nuestro modo de mirar a la humanidad y de vivir la vida”. Reivindicó también una “ética de la inteligencia artificial y ciencia abierta”. “Para la Santa Sede, ‘sigue siendo siempre válido el principio de que no todo lo que es técnicamente posible o viable es por ello éticamente aceptable”, recalcó y propuso una “inteligencia artificial que esté al servicio de cada persona y de la humanidad en su conjunto”.
Finalmente, reivindicó la “herencia cultural de la fe” y agradeció el reconocimiento de la UNESCO a “algunas personas santas como santa Teresa de Lisieux y san Nerses el Grande” cuyas vidas son “una invitación a considerar la dimensión trascendente de la vida para cultivar juntos el sueño de un humanismo integral”.
