El Pontífice pidió que Benedicto XVI sea considerado entre los “maestros de nuestro tiempo” y alaba la dedicación de los vaticanistas Valentina Alazraki y Philip Pullella
Mañana de condecoraciones en el Vaticano. Este 13 de noviembre, el papa Francisco ha entregado el Premio Ratzinger 2021 a los profesores Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz y Ludger Schwienhorst-Schönberger, así como a Jean-Luc Marion y Tracey Rowland, galardonados en 2020. También ha concedido a los periodistas Valentina Alazraki –de Televisa, México– y Philip Pullella –de la agencia Reuters, Estados Unidos–, ‘decanos’ vaticanistas a los que además ha recibido en audiencia privada, la Gran Cruz de la Orden de Pío IX, condecoración que hasta ahora tienen algunos monarcas, jefes de Estado o diplomáticos.
En la entrega del Premio Ratzinger, Francisco ha destacado a Benedicto XVI y su “dedicación apasionada al estudio y a la investigación” unida a “su fe y su servicio a la Iglesia”. “Rendimos homenaje no sólo a la profundidad del pensamiento y de los escritos, o a la belleza de las obras artísticas, sino también al trabajo realizado con generosidad y pasión durante muchos años para enriquecer el inmenso patrimonio humano y espiritual que hay que compartir”, destacó Francisco. Esta tarea, prosiguió “es un servicio inestimable para la elevación del espíritu y la dignidad de la persona, para la calidad de las relaciones en la comunidad humana y para la fecundidad de la misión de la Iglesia”.
Además, defendió que entre los “maestros” de este tiempo “debe contarse un teólogo que supo abrir y alimentar su reflexión y su diálogo cultural hacia todas estas direcciones juntas, porque la fe y la Iglesia viven en nuestro tiempo y son amigas de toda búsqueda de la verdad. Hablo de Joseph Ratzinger”.
Los galardonados pasaron una hora, por la tarde, con el papa emérito Benedicto XVI en su residencia, el monasterio “Mater Ecclesiae”, según ha informado la Fundación vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Los cuatro galardonados, con el jesuita Federico Lombardi –presidente de la fundación– y el secretario Georg Gänswein han presentado al Papa emérito sus trabajos. El encuentro concluyó con la oración del Ave María y la bendición de Benedicto XVI.
Previamente, en la concesión de la Orden Piana destacó la labor de los veteranos periodistas. En un acto en la Sala del Consistorio les recordó que “al periodismo se llega no tanto eligiendo una profesión como embarcándose en una misión, un poco como el médico, que estudia y trabaja para que el mal se cure en el mundo”. “Su misión es explicar el mundo, hacerlo menos oscuro, hacer que los que viven en él le tengan menos miedo y miren a los demás con mayor conciencia, y también con más confianza”, apuntó.
Por ello les invitó a escuchar y ver, a “tener la paciencia de encontrarse cara a cara con las personas a las que se va a entrevistar, los protagonistas de las historias que se cuentan, las fuentes de las que se reciben las noticias. Escuchar siempre va de la mano de ver, de estar allí: ciertos matices, sensaciones, descripciones bien hechas sólo pueden transmitirse a los lectores, oyentes y espectadores si el periodista ha escuchado y visto por sí mismo. Esto significa evadirse –¡y sé lo difícil que es esto en su trabajo!– evadir la tiranía de estar siempre en línea, en las redes sociales, en la web. El buen periodismo de escuchar y ver necesita tiempo”, reivindicó.
Francisco pidió, frente a “la lógica de la simplificación y la contraposición, la contribución más importante que puede hacer el buen periodismo es la de la profundización”. “Hoy en día tenemos una gran necesidad de periodistas y comunicadores apasionados por la realidad, que sean capaces de encontrar los tesoros que a menudo se esconden en los pliegues de nuestra sociedad y de contarlos, permitiéndonos impresionarnos, aprender, ampliar nuestras mentes, captar aspectos que antes no conocíamos”, reclamó.